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lunes, 23 de septiembre de 2019

FUTURO NEGRO, GATO BLANCO

No se dejen engañar por el póster. Tan cerca, tan lejos no es una historia de amor. Es como, quizás refleja su título original, Deux moi, la historia de dos seres desparejados, de dos personas solas en un  París que a veces, como su metro, es un hormiguero lleno de gente, pero donde la cantidad no salva a las personas de la soledad. Dos historias que coinciden en más de un punto, aunque en otras contrastan furiosamente. Para saber si llegan a cruzarse deberemos conocer ambas...en inicio por separado.
Sería fácil pensar en esta película como en una de las muchas cintas de Woody Allen. Dos personajes, hombre y mujer, en la treintena, sin pareja y con frecuentes visitas a unos psicoanalistas que en ocasiones parecen dar más bellas respuestas que buenos consejos. Pero el resultado está lejos del mundo cinematográfico de este, renunciando a la mordacidad y el elegante sentido del humor. Nos encontramos sin embargo ante la historia paralela de dos personas que viven en la misma calle, que compran en la misma tienda y que toman el mismo transporte para ir cada día al trabajo. Dos  personas que suelen coincidir en estos terrenos comunes pero que apenas se percatan de la presencia del otro y que esta película nos junta en el tablero para que, llevados por nuestras referencia cinematográficas, nos dejemos arrastrar por el que es un casi continuo juego del despiste, dejándonos llevar por esa imagen ideal de los condenados a encontrarse. Y eso que a pesar de todo lo expuesto ni coinciden en carácter, ni en gustos ni, por ponernos picajosos, en hábitos de sueño, con una protagonista que duerme en exceso y un protagonista que apenas sí logra conciliar el sueño.
Tan cerca, tan lejos podría ser perfectamente un dúo de mediometrajes, sin correspondencia ninguna, con alguna contada excepción (el gato perdido por uno que va a ser encontrado y adoptado por la otra...esto pasa por no poner carteles. Claro que igual así la cinta duraría menos). Dos historias en la que una de las dos, la de Melánie, parece perder continuamente peso e interés frente a la de Rémy, haciendo que la película pierda ritmo continuamente mientras se debate entre el drama y la comedia suave.
Una cinta que en más de una ocasión constituye la sucesión de pinceladas desparejas de dos vidas. Nos encontramos personajes robaescenas, como ese superprofesional tendero o el gato Nugget, episodios llamativos como el sueño con los robots, bellas tomas de un París casi fantasmal y diálogos que consiguen robarnos la carcajada. Pero el carisma de sus protagonistas nos logran arrastrarnos a una historia con mucho de generacional y una gotita, incluso, de fatalismo.
Una historia que juega con nuestras expectativas pero, aunque en más de un momento logre entreternos, no consigue emocionar. Será porque sus protagonistas viven en la única casa del París cinematográfico desde la que no se ve la Torre Eiffel...

Tan cerca, tan lejos llega próximamente a las pantallas españolas

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