Tras superar el impacto de saber que ya han pasado más de 20 años (no los 28 del título, pero por poco) desde el estreno de esa primera entrega que revolucionaría el género por fin podemos enfrentarnos al regreso de Danny Boyle a la saga. Para nuestra sorpresa encontramos casi dos películas en una, fieles a un autor aficionado a los manierismos, con una historia que se desarrolla en un Reino Unido asolado por su propio apocalipsis en el que ya toda una generación no ha conocido otra cosa. Precisamente uno de ellos va a ser el protagonista de la que quizás es la pieza más ambiciosa de la trilogía.
"28 días después" tiene un arranque salvaje que se permite introducir un icono infantil como son los teletubbies en lo que va a acabar siendo toda una orgía de sangre que es solo el preámbulo (aunque más adelante veremos no es tan gratuito como parece) de la trama propiamente dicha. Se abre así la historia de Spike, un niño que, acompañado por su padre, va a enfrentarse a un particular rito de iniciación. Heredero de los protagonistas de "Slum dog millionaire" o "Millones" entre la inocencia y el paso a una madurez que limita con la inconsciencia nuestro héroe se verá envuelto en toda una odisea aferrándose a un rescoldo de esperanza.
Con una estética sucia, recurriendo a imágenes de archivo y una ligera aura romántica la incursión acompañado de su padre en un entorno hostil será el germen de una revelación que va a marcar la segunda mitad de la película. Frente a la tensión de la primera, de ritmo más frenético y en la que alcanzamos a comprender el poder de la amenaza, esta va a apostar por un enfoque más poético, incluso con cierto tono bíblico que va a abrir más puertas de las que cierra, pero que resulta mucho menos redonda, e incluso se permite un remate que puede dejar completamente descolocado al espectador.
Con su vuelta a este universo Danny Boyle demuestra como es capaz de lo mejor y de lo peor. De crear imágenes poderosas y conseguir involucrar por completo al espectador en el terror, pero también de perderse, con la excusa de analizar el espíritu humano, en caminos filosóficos con excesivos símbolos, algunos particularmente hermosos, que llegan a saturar, y eso a pesar de la presencia de un Ralph Fiennes que sorprende con su rol y va a ser esencial incluso cuando no está en escena.
"28 años después" no llega al impacto de su primera parte, pero resulta una curiosa road movie en dos partes que sabe sacar gran partido tanto de sus actores como de sus escenarios y de unos brutales sonido y banda sonora. Aunque da la sensación de ir de más a menos (puede que su comienzo parezca más tópico de lo que va a resultar el resto de la cinta) sabe dejar buen sabor de boca tanto para aquellos que han disfrutado de las dos primeras películas como para los que tienen con esta su bautismo de fuego. ¿Habrá un 28 siglos después? Por muy exagerado que suene en inicio esta esta es la mejor prueba de que el interés se mantiene. Apostemos por ellos.
"28 años después" se estrena el 20 de junio.
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