No soy muy dada a cuestionar los temas que trata una película. Siempre he dicho que un film sea bueno no depende, aunque haya temas que se presten más a ello, de si va sobre la II Guerra Mundial, una noche de fiesta entre colegas o la cría del cerdo ibérico. Pero en el caso de "Tardes de soledad", flamante ganadora de la Concha del Festival de San Sebastián con un género, el documental, que se presta menos a este tipo de galardones, me impera a hacer un inciso.
Por decirlo de una manera fina soy poco aficionada al arte de la tauromaquia. Lo más que puede haber parecido a que me guste una corrida de toros son los grabados de Goya. Sí, soy de esas a la que la única escena que le repele de "Holocausto caníbal" es la de la muerte de la tortuga, porque sé que es real y me duele. Pero no me corresponde a mí juzgar, eso debe decidirlo cualquiera que decida ver esta película, aunque por supuesto no la recomendaría a espectadores especialmente sensibles.
Dicho esto enfrentarse a una cinta como "Tardes de soledad" resulta una experiencia sorprendente, incluso para aquellos que son aficionados al mundo del toreo. Documental desencarnado, casi carente de música y renunciando a un narrador en pro del sonido intradiegético, esta obra presenta diversas suertes del diestro Andrés Roca Rey.
Sin más argumento que este la cinta apuesta por la imagen. En medio de esa rutina que se refleja incluso repitiendo planos en los intermedios entre corridas, con apuntes de la vida cotidiana de un torero que incluye heridas, religiosidad y admiradores, la cinta se crece en las escenas con el toro. Desde ese paralelismo entre el nerviosismo de animal y hombre con el que se abre la película sus arriesgados primeros planos, su eficaz montaje y sobre todo su uso del color, entre lo vibrante del tono de la sangre y los trajes de luces y lo apagado de su entorno "Tardes de soledad" sabe provocar en el espectador toda clase de sensaciones. Con igual protagonismo para toro y torero, sin esquivar el dolor del animal (es imposible no dejarse conmover por ese ser desorientado y sangrante hasta ser arrastrado fuera del coso con un hálito de vida) ni el esfuerzo del humano esta es una película que hiere y fascina.
Cinta llamada a crear controversia este documental no va a crear nuevos aficionados al arte del toreo. Pero aquellos que se atrevan a cruzar la frontera van a encontrarse un fresco que apuesta por la estética, con una cámara que se atreve introducirse en el centro mismo de la acción hasta un límite sorprendente. Un enfoque familiar pero a la vez distinto.
"Tardes de soledad" llega a los cines el 7 de marzo
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