EL HOMBRE DEL NORTE. Amleth príncipe de Islandia

 

Cuando ya hemos asumido que los vikingos no llevaban cascos con cuernos, cuando hasta tu tía sabe que es un drakkar gracias a la serie de marras y los aguerridos muchachotes nórdicos pasean su palmito por la consola más cercana llegó "El hombre del norte" para demostrar que no está todo dicho. 

La última cinta de Robert Eggers, un autor que con solo dos películas ha conseguido crear un imaginario propio en el que suma a la ambientación histórica un clima de pesadilla que introduce poco a poco hasta alcanzar altas cotas (léase "La bruja" y "El faro") nos lleva a todo un viaje por la cultura vikinga con la excusa de una historia de venganza, que por tópica en arranque no por ello pierde fuerza. Una odisea que no deja, literalmente, títere con cabeza, y a la que no faltan bersekers, siniestras valkirias o brujas capaces de ver el futuro, fijando una línea muy fina entre la realidad y lo sobrenatural y regalándonos unas poderosas imágenes que literalmente logran absorbernos. En la linea de cintas épicas como Excalibur la película apuesta por un punto de vista legendario, a veces pidiendo cierta suspensión de incredulidad por parte del espectador pero, si entramos en el juego, siempre consiguiendo llegar a buen puerto, incluso en un tramo final que en inicio puede parecer más deudor de la ciencia ficción que de una cinta de corte histórico.

 "El hombre del norte es un bello cuento de locura y muerte cantado por un escaldo ebrio de la épica hollywoodense. Merece la pena unirse a él, y mejor si lo hacemos arropados por la magia de la pantalla grande

"El hombre del norte" ya está en cines de toda España