Hay ocasiones en que Hollywood intenta vendernos la moto por partida doble y llegan casi simultáneamente dos o tres películas de extraterrestres, dinosaurios o vampiros. Y eso sin necesidad de que la productora Asylum se meta de por medio. Otras simplemente parecen casos propios de una conjunción planetaria. Este es el caso de dos películas tan distintas como "Oso vicioso" y "Winnie The Pooh: blood and honey". Dos cintas que tienen en común el matiz osuno, pero que mientras una acaba siendo una comedia bastante destroyer la otra intenta ser una perversión de los cuentos clásicos y les acaba saliendo un slasher bastante chungo, aunque no chungo en el buen sentido. Pero metámonos en harina...y en el caso de "Oso vicioso"esto va con segundas por supuesto.
Que una película empiece con la cartera "Basado en hechos reales" no suele ser buena señal, más bien de que vamos a asistir a la lacrimógena sesión de sobremesa de turno. Por suerte "Oso vicioso" está lejos de acercarse a eso, con la historia de un pobre úrsido que, tras encontrar varios fardos de cocaína en su habitual paseo por el bosque descubre porqué algunos humanos van tan contentos por la vida. A partir de ahí un reparto coral en el que no faltan excursionistas, responsables de la seguridad de parques naturales, colegiales, comerciales del mundo de la droga y un largo etcétera va a enfrentarse a un plantigrado convertido en yonqui de la noche a la mañana y al que encima guía su superdesarrollado olfato. Aunque la película tarda un rato en calentarse, con más cocaína que oso, y los efectos especiales se revelan torpes en más de una ocasión, la película acaba convirtiéndose en la orgía de sangre y mutilaciones varias que esperábamos, con momentos tan inenarrables como la persecución de la ambulancia al ritmo de Just can't get enough (y todos sabemos a qué se refiere) y una querencia por lo políticamente incorrecto (las interacciones de los niños con los pollitos blancos) que le sienta bien. Tan absurda como entretenida, simplemente hay que verla para creerla.
"Winnie The Pooh: blood and honey" es la otra cara de la moneda. Lo que no empieza mal, con una animación ramplona pero con una premisa que resulta hasta interesante, presentando a unos Pooh & co. que han enloquecido al sentirse abandonados por Christopher Robin. Pero lo que viene después ni aprovecha a los personajes en que se inspira ni las posibilidades caníbales que insinuaba el prólogo quedándose en un slasher muy básico en el que Winnie y Piglet (será que la máscara de Tiger les salía más cara) se dedican a destripar jovencitas con más mal café (se ve no les quedaba miel pa endulzarlo a pesar del titulo) que creatividad. Una cinta de esas con asesinato en el granero, acoso en el jacuzzi y silueta de asesino que se recorta sobre los faros de un coche que no arranca, con algún topless gratuito y el trasfondo dramático (una historia de acoso contada a trompicones) metido con calzador que hemos visto mil veces y seguramente acabaremos viendo mil más. Y para rematar unas máscaras que nos hacen preguntarnos por qué no en vez de recurrir a clásicos no han optado por unos furry genéricos que quizás podrían haberle dado el punto cómico del que la cinta carece y que francamente pide a gritos. Al menos se agradece que sea breve, aunque se antoja larga. Si es cierto que como se comenta en China acaba prohibiéndose la película nuestros vecinos de oriente pueden considerarse afortunados.
Dos películas que sin tener nada que ver invitan al programa doble, y mejor con ositos de gominola. Pero por favor, mejor empezar por Winnie The Pooh y dejar "Oso vicioso" para el postre. Me lo agradeceréis..
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