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martes, 1 de diciembre de 2020

NO SIN MI RADIO

 

No importab los años que pasen ni la reivindicación de la novela polaca como mujer y científica. Siempre empezaremos hablando de ella como Madame Curie, obviando su nombre de soltera. Claro que en cuestión de pronunciación sale ganando por sencillez el apellido de su marido. Igual no es machismo, sino vagancia.

Pero entremos en harina. La brillante carrera de Maria Sklodowska es buen caldo de cultivo de biopic y Madame Curie, dirigida por Marjane Satrapi se centra en los años más gloriosos y turbulentos de su carrera, desde que conoce a su futuro marido, Pierre Curie, hasta los albores de la I Guerra Mundial, en los que dedicará su ciencia a salvar a miles de soldados.

Satrapi es una autora que viene del mundo del noveno arte, autora de ese clásico moderno que es Persepolis, que daría pie a la que sería su primera y muy recomendable pelicula. Dos obras brillantes que hicieron que su prestigio como un cohete. Sin embargo su obra posterior no está a esa altura. 

Madame Curie no es una excepción. Una biografía convencional con un más que correcto elenco de actores y una cuidadas dirección artistica y fotografía que brillan en lo instantes más sobrios. En ella encontramos elecciones de iconos interesantes, como la de esa danza del fuego inspirada en una de las primeras grabaciones del cine mudo pero también otras más cuestionables como ese luminoso tubito de radio que la protagonista se lleva hasta a la cama ( y no es metáfora).

Pero si hay algo chocante en esta cinta es la alternancia continúa de los episodios de la vida de Curie y los de algunos de los frutos más importantes de su descubrimiento de la radioactividad, tanto positivos como negativos, como son la bomba de Hiroshima, el tratamiento de pacientes con cáncer,  las pruebas en el desierto de Nevada o la tragedia de Chernobyl (si soy sincera esperaba que se rematase con los efectos del tsunami en la central de Fukushima). Momentos más cercanos al lenguaje del cómic que al cinematográfico, al igual que aquel en el que Pierre Curie presenta algunos de los productos fruto de la popularidad de los elementos radioactivos, y que no acaban de funcionar, resultando en exceso forzados, en especial en un desenlace que resulta como poco chocante. Tal vez en forma de viñetas, primer medio de expresión de la cineasta habrían funcionado mejor.

Una biografía al uso que intenta aportar un elemento original con poca fortuna, incidiendo más en las sombras que en las luces de una protagonista que a veces parece confundir la fuerza de carácter con la renuncia a la negociación. Una historia fascinante que prometia más, pero que complacerá a los amantes del género de la biografía reivindicativa.

Madame Curie llega a los cines el 4 de diciembre.

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