Todos sabemos que habrá un momento en que las nuevas generaciones, acostumbradas a las plataformas digitales, mirarán los dvds con el mismo gesto de extrañeza con el que mirarían un teléfono con dial o un marciano descendiendo del proverbial platillo.
Por suerte otras (generaciones me refiero) todavía recuerdan (recordamos) con cariño aquella época pretérita, allá por el siglo pasado pero que logró arrastrarse, no sin esfuerzo hasta los albores de este: la era de los videoclubs.
Cualquier amante, o ¿Por qué no decirlo? consumidor compulsivo del séptimo arte tuvo durante años su mejor aliado en estos negocios de barrio que lograba satisfacer las ansias de ese cine fantástico que no llegaba a las salas...amén de inflamar las calenturientas mentes de una caterva de aficionados en plena ebullición hormonal.
Pero dejemos este segundo grupo en el tintero y centrémonos en el primero. Si recuerdas con cariño esa época de pseudosecuelas mal bautizadas, de engendros gigantes enfrentándose a actores otrora famosos caídos en desgracia y cintas sacadas a rebufo de otras con mayor éxito de crítica y público ha llegado el libro que estabas esperando: Los últimos días del terror de videoclub.
Escrito a cuatro manos por Ignacio L. Vacas y Alberto F. Peláez, muchachotes curtidos en el mundo del corto (¡Y el largo próximamente en sus pantallas! Y no son solo buenos deseos, en breve es pura realidad) y dos de los nombres tras la madrileña sala Artistic Metropol, con la colaboración de César Criado, prólogo de Jimena Sabadú y, para rematar, epílogo de Paco Fox este volumen es un homenaje a todas esas películas alquiladas en virtud de su llamativo cartel o su inclasificable premisa. Cintas que tocan todos los palos del fantástico que aquí se presentan en forma de un compendio de listas que van desde el género vampírico a la invasión de Asylum, pasando por todo un arco de secuelas, psicópatas varios y bicharracos que hacen que la fauna de Chernobyl parezca un cruce de purasangres.
En este volumen encontraremos de todo: películas buenas (como Hatchett, que ya es tetralogía y muy recomendable), menos buenas y realmente infames (estas dejaremos las descubra el lector) pero sobre todo mucho sentido del humor y un conocimiento casi enciclopédico de un género muchas veces denostado (¡Ojo! Que esta gente todavía se acuerda de datos como que Billy Zane era el de Calma total, esquivando esas otras dos películas con cierto barco que se hunde y otra con un tipo de violeta que no era Thanos y se la pegó bien pegada con todo el equipo). Los últimos días del terror de videoclub es un libro que, como dirían en otro universo alternativo, instruye a la vez que deleita. Una pequeña oda a la nostalgia bien ententedida de un mundo que se fue y no volverá pero que hizo que muchos amáramos el cine más allá de los clásicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario