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martes, 17 de enero de 2017

CANTANDO BAJO EL SOL

A veces vuelven...y no solo seres de ultratumba. El espíritu del Hollywood dorado periódicamente resurge de sus cenizas para contarnos historias de glamour y tristeza, como vimos en la ultipremiada The artist, Ave César o Hollywoodland (¿recuerdan que antes de ser Batman Affleck ya interpretó a Superman?¿no? pues a recuperarla). De aquí mismo llega La ciudad de las estrellas (La la land).
 Todo el mundo tiene un sueño. El de Mía, camarera, el de triunfar como actriz y el de Sebastian, pianista, el de tener su propio club de jazz. Tras un para de encuentros tan breves como desafortunados ambos acabarán estableciendo una relación en la que sin embargo poco a poco sus sueños harán que tengan que replantearse que es lo más importante en sus vi9das.
Desde su primer número musical, que se abre con los primeros compases de su bella banda sonora La la land deja patente su carácter de musical clásico en toda regla, de esos en los que cualquier entorno es un escenario, cualquier objeto una pieza de atrezzo y cualquier personaje de la calle un consumado cantante y bailarín.
Su cuidadísima puesta en escena, de la ilumianción (con escenas tan hernosas como la del encuentro en la oscuridad del cine) a un maravilloso vestuario tan rico en color como su escenografía nos remita a un mundo atemporal, irreal incluso (la escena del observatorio) casi escapado de un teatro de Broadway con su esmerado lenguaje y que homenajea al musical americano de lo abstracto a lo concreto (Un americano en París, o ya fuera del musical propiamente dicho Rebelde sin causa), un microcosmos en el que los sentimientos invitan tanto a bailar y cantar de felicidad como a estremecerse de dolor en la balada, reflejo de lo que ha sido o incluso, com veos en una escena final de antología, pudo ser.
Pero además de este impecable acabado destacan unos actores protagonistas en estado de gracia, una pareja que además de destilar química saben transmiir alma a unos personajes que a veces pueden rozar ligeramente el histrionismo, y que logran dotar de mayor fuerza a una historia que nos resulta familiar, si bien su desarrollo quizás no se ajuste del todo a lo que esperamos de un alegre musical de Hollywood, una historia que deja la sensación de déjà vu, pero que se ajusta perfectamente a lo que es el fondo una resurrección de uno de los géneros más queridos de la historia del cine, y que logra este objetivo con inteligencia (a falta de saber si generará toda una serie de cintas en la misma línea como ya pasó en su día con el peplum a raíz del éxito de Gladiator) dejándonos una película sensible y hermosa, con el sentimiento e intranscendencia justas de un sueño de fama.
Un banquete para los amantes de los musicales...para el resto un hermoso homenaje a un tipo de cine que, durante algo menos de dos horas no queda solo en el recuerdo.

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