Sherlock Holmes es el mayor detective vivo de Inglaterra..o al menos eso es lo que cree todo el mundo. La realidad es que este es un mero actor con una fuerte tendencia al alcoholismo contratado por el inefable Watson, que es quien resuelve y posteriormente noveliza todos los casos. Dos extrañas desapariciones que parecen relacionadas con la falsificación de unas planchas de billetes pondrán a prueba este complejo status quo.
Con un repsrto de campanillas Sin pistas es una película que revoluciona el conepto clásico de Sherlock Holmes con un buen conocimiento del personaje y sin renunciar a elementos tan conocidos como la presencia de los irregulares o el mismísimo Moriarty, todo en medio de una magnífica producción de cuidados vestuario y dirección artística.
Su divertidísimo guión con magníficox diálogos, gags físicos (el ataque del perro, con referencia a cierto sabueso incluída) e hilarantes motivos recurrentes (ese "Watson, doctor del crimen", sonoro pero con poco tirón) hacen de esta una de las grandes comedias en torno al personaje de Holmes (como la magnífica La vida privada de Sherlock Holmes, aunque la que tratamos hoy carece del talante melancólico de parte de esta así como opta por un humor más bufo), sacando lo mejor de unos personajes que, siendo en un principio radicalemtne distintos a sus originales literarios y toda su tradición cinematográfica, sin embargo no desentonan en absoluto ni con esa Inglaterra vistoriana en la que se mueven ni con el tipo de rebuscada trama que esperamos en una cinta de misterio, dejando, eso sí, el papel de hombre de acción al atribulado Watson mientras Holemes se mueve entre su pretendida flema y sus inclinaciones naturales.
Y tras esta gran comedia y sin bajar el nivel llegó el domingo siguiente el autodefinido "rockumental" This is spinal tap.
Falso documental sobre una banda británica que se enfrenta a su decadencia y cuyo nombre probablemente sonará a muchos por aparecer en los Simpson hace unos añitos, con su demonio deshinchado y su jefe de pirotecnia explosivo, la película nos lleva a conocer el que probablemente sea uno de los grupos musicales más gafes del mundo, desde sus orígenes (impagables esas recreaciones de su pasado melódico y hippy que tanto beben de Los Beatles) hasta su casi disolución (en la que por supuesto no falta su particular Yoko ono) de las que solo les salvarán los circuitos japoneses.
Con todos los tópicos posibles en torno al mundo de los grupos (el compañero desaparecido...solo que aquí son muchos...y es que sus baterías parecen tener la negra...o todo el asunto en torno a la censurada cubierta del disco) la cinta nos conduce a toda una serie de situaciones bizarras que en su mayoría desembocan en delirios completamente surrealistas (la fiesta con mimos como camareros, la resolución del espectáculo en torno a Stonehenge...), convirtiendo a sus protagonistas de autoconvencidas estrellas del rock en seres completamente patéticos, más dignos de lástima que otra cosa (no basta con la referencia que hacen sobre ellos en la radio o la continua cancelación de conceptos sino que acabarán tocando en sitios que...bueno, digamos que sólo faltarían en la boda de tu prima...sí, esa que no tiene presupuesto para un DJ).
Eso sí, todo acompañado de unas canciones que parodian las letras propias del género con ingenio y mala leche pero con brillntes interpretaciones en las que aparte del matiz cómico no faltan los buenos solos ni el virtuosismo instrumental.
Una divertidísima película que satisface a amantes del humor y de la buena música a partes iguales.
Solo un último apunte más...tras la proyección de este documental surgió el dabate de la buena idea que sería retomar a estos personajes en un nuevo documental...30 años después. Ahi va nuestra pequeña contribución:
Y bueno, la próxima semana más pez...esperemos. Seguiremos informando.
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