Translate

lunes, 2 de marzo de 2015

RESTALLIDO

Con la resaca de los Oscar todavía calentita pudimos darnos cuenta de que hubo para todos, pero frente a las fábulas contemporáneas sobre héroes de guerra, las hagiografías científicas y los dramas deportivos se alzó con fuerza una cinta sobre música, que no un musical, que revela con la mayor crudeza la búsqueda del éxito...a cualquier coste. Hoy hablamos de Whiplash.
Desasosegante historia sobre un estudiante de batería en un conservatorio de alto nivel que lucha por convertirse en el titular de la banda más prestigiosa del mismo primero, e intetar convertirse en una leyenda a la altura de Bird después, la cinta no hace concesiones en ningún momento, llegando a extremos que casi nos remiten a esos entrenamientos mortales que realizaban los protagonistas de las series de animación japonesa de nuestra infancia, o el buen número de aspirantes a bailarín de primera que hemos visto en unas cuantas muestras cinematográfivas (Cisne negro, El último bailarín d Mao...). Con unos elegantes montaje (galardonado merecidamente con un premio de la academia) y fotografía, una rica partitura de temas clásicos de jazz (muchos les sonarán y alguno se repetirá hasta la náusea) y un guión con un ritmo endiablado la película supone una auténtica lucha de egos, tanto del protagonista con el suyo propio (que le lleva a renunciar a familia, pareja, salud y cordura con tal de alcanzar un nivel superior que no le garantiza nadie) como de este con ese crudo antagonista que es el profesor y director de la banda (un J.K. Simmons ganador del Oscar al mejor secundario), un enamorado de la música capaz casi literalmente de matar por ella y que ha creado un conjunto de actitud casi marcial (reveladora la llegada y preparación de los estudiantes el primer día para su llegada a las 9 en punto, ni un segundo más ni un segundo menos), un personaje que incluso cuando sonríe nos niega, ancuadre mediante, su sonrisa (como bien vemos en el tramo final, en el que, enfocandos solo su cara hasta la punta de la nariz podemos atisbar un rictus que no sabríamos calificar de complacido o maléfico) . Estos enfrentamientos son la base de una película que, además de tener la inteligencia de tomar como protagonista un intérprete de batería, un instrumento que suele carecer del prestigio de otros elementos de la orquesta (reveladora la cena con la familia en que se ensalza la actividad deportiva en un equipo escolar de tercera de uno de los primos del protagonista, mientras que su participación en una banda musical de élite se ningunea, provocando un estallido en el personaje) pero que, y más en el caso de una banda de jazz, lleva el ritmo de la misma, sabe presentar el difícil equilibrio entre la deshumanización de la interpretación perfecta (aunque en este caso podríamos replantearnos por qué ninguno de los personajes opta por la creación propia y se queda en la puerta de la ejecución literal...pero ante la fuerza del reto mejor lo dejamos en el tintero) y el apasionamiento por la música hasta extremos inconcebibles, si bien podemos llegar a cuestionar si este lo motiva la música misma o un anhelo de la fama casi suicida (la reacción después del accidente de tráfico). Nos encontramos así ante dos personajes de personalidad muy fuerte, antagonistas aunque en realidad los dos deseen lo mismo (el profesor busca crear una leyenda...el alumno desea serla a costa de todo), y que encontrarán en los conciertos su campo de batalla ideal, hasta un desenlace, que sólo tendrá lugar tras unos hechos que parecen haber destrozado a ambos personajes por separado,  con una primera resolución que no logrará hacer que se rinda ni el alumno primero ni el profesor después, para dar lugar a una indescriptible prórroga en la que, esta vez sí, los egos cederán dejando lugar sólo a una música increíble que es la que resulta ser la única ganadora de una cinta en continuo in crescendo, y que ha sabido pasar de la típica fórmula de superación personal a uno de esos duelos más grandes que la vida, dejando numerosos y metafóricos cadáveres en el intento.
Para amantes de la buena música y de los personajes con mal café, una cinta sobre dos monstruos que no dudan en dar la sangre propia y ajena para alcanzar un sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario