Inevitablemente cuando sumamos Escocia y cine el resultado de la operación que acude a nuestra mente probablemete sea un Mel Gibson prepasión engalanado con sus pinturas de guerra y su falda de cuadros, o quizás si escarbamos un poquito más, un puñado de científicos yanquis buscando a Nessie o algún familiar cercano suyo...pero hay otra Escocia y esta llega en forma de comedia con familia (llamarla familiar, según el concepto que solemos tener en mente me parecería alejarnos un poco del meollo) y bajo un título (más ambiguo en su versión original, Lo que hicimos en vacaciones) que quizás pueda llevar al equívoco de confundirla con un dramón romántico...hoy hablamos de Nuestro último verano en Escocia.
Una pareja a punto de divorciarse y sus tres hijos va a pasar unos días en Escocia para celebrar el cumpleaños del abuelo con una gran fiesta, ocultando al resto de la familia que ya no viven juntos.
El día de la celebración mientras todos se afanan en organizarla abuelo y nietos marchan a pasar una divertida mañana en la playa...sin embargo los hechos que tendrán lugar ese día harán que los niños tomen una polémica decisión.
Si bien el punto de partida, con una familia que se desintegra y un anciano enfermo de cáncer que se enfrenta al que parece ser su último cumpleaños, nos hacen más pensar en un drama que en una comedia, la cinta hace gala de un diveridísimo guión en la linea de otras películas sobre familias disfuncionales (término, últimamente bastante en boga, sobre el que se permite además efectuar su propio juicio sobre el metraje) como Pequeña Miss Sunshine, con un grupo de parientes que por mucho que resulten extraños, patosos, gritones o incluso antipáticos en ningún momento dudamos (como bien analiza el abuelo, una interpretación tremendamente carismática de Billy Connolly) que se quieran, a pesar de sus evidentes problemas para comunicarse..
Así nos encontramos con una pareja que si bien parece enzarzada en discusión perpetua no desea que esto afecte ni a su familia más próxima (sus hijos, que por muy pequeños que sean y por mucho que intenten disimular, a veces de manera bastante elegante, se dan cuenta de todo...y se les escapa delante de otras personas cuando menos deben) ni a la más lejana (abuelo, cuñados y primo), unos niños con curiosas e incluso surrealistas aficiones y actitudes (los vikingos para el niño, que tendrán más peso en la resolución de la trama de lo que parece en un principio, la fijación de la hija pequeña por las piedras, a las que dota de nombre y personalidad, o la decisión de la mayor de apuntar abasolutamente todo lo que le parece crucial para "tener pruebas"), un abuelo con la serenidad y sabiduría que le dan los años pero también con un sentido del humor que casi podría calificarse de "de mal gusto" (fimgir su propia muerte cuando está solo con sus nietos) y otra rama de la familia paterna que a pesar de gozar de un mayor nivel económico y cohesión familiar se enfrentan a sus propios demonios a veces de manera un poco psicótica (los violentos asesinatos por parte de la madre...de los insectos que se cuelan en su casa). En su conjunto son un grupo de personajes bien definidos, incluso podríamos calificar de simpáticos, destacando especialmente el cuarteto de abuelo y nietos (pequeños...el mayor, su ptimo, siempre parece estar en su propio planeta, provocando algún que otro conflicto inintencionado), con unos diálogos tan surrealistas como la aparición de un emu en algunos momentos de la cinta (hecho que más tarde comprobaremos no es tan inusitado como parece) pero que en sus bocas y bajo su propia lógica resultan tremendamente naturales, y primando un factor de inocencia que hace, que incluso sus actos más terribles queden mitigados por sus buenas intenciones, actos además que dotan a la cinta de una originalidad a prueba de bomba.
Con unos actores en estado de gracia, un chispeante guión rico en divertidisímos absurdos verbales (el diálogo sobre las lesabianas, el interrogatorio de la pequeña por parte de la madre o la definición de la II Guerra Mundial...) con un puntito de humor negro, gags visuales (la reacción de la iluminación de la casa, que se activa con palmadas, ante un minuto de aplausos, la aparición de "Odín"), un ritmo adecuado e incluso algún momento poético (la aparición del difunto hermano del abuelo) esta película supone un refrescante divertimento de esos que deja buen sabor de boca.
Una comedia inteligente sobre la familia y la importancia de la comunicación, pero sin ese regusto pedante que suele estropear el resultado.
La película se estrenará el 29 de mayo.
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