A la hora de buscar una fuente más o menos original para un guión cualquier historia mínimamente buena se ha convertido en trinchera. A libros, cómics y series no a dudado en sumarse el riquísimo mundo de los videojuegos (e incluso de los juegos de mesa, pero me da la sensación de que títulos como Battleship o Ouija no suponen precisamente ejemplos de los que presumir), En una época en que muchas veces la pantalla del ordenador o de la televisión enchufada a la consola nos han dado mejores historias que alguna gran superproducción, la opción era ineludible, pero ¿que pasa con esas joyitas del arcade que eran más un delirio de jugabilidad que otra cosa? ¿que pasa con esas delicias del entretenimiento que enganchaban sin historia ninguna? Pues acaba de llegar su turno, y el título es Pixels.
Sam y su amigo Will eran unos auténticos forofos de los videojuegos al comienzo de los 80 y un momento álgido en su jóvenes vidas fue cuando acudieron a un campeonato en el que Sam quedó subcampeón y cuya filmación fue enviada al espacio en una sonda como ejemplo de la civilización humana. Sin embargo más de 30 años después Sam trabaja instalando equipos audiovisuales, Will es el presidente de EE.UU. con menor índice de popularidad de la historia y unos extraterrestres piensan que la cinta enviada al espacio es un desafío. Cuando estos aliens reten a la Tierra por el control del planeta jugando a videojuegos reales Sam y otros jugadores de élite de los 80 son la única esperanaza de la humanidad para salvarse.
Auténtica carta de amor a los 80, con sus continuos homemajes a algunos de los videojuegos más famosos de la época, una buena selección de banda sonora (aunque se nota ese intento de hacer con We will rock you de Queen algo similar a lo que se hizo con Hooked on a feeling en Gardianes de la galaxia pero con menos éxito) y algún guiño más de categoría (esos vídeos de personajes de la década, como el de una jovencísima Madonna, cuyos diálogos han sido doblados por los invasores) Pixels es una colorista cinta de invasiones alieníenas de esas idóneas para toda la familia.
Con un original punto de partida (en realidad heredero de un corto de patrick Jean) y un apabullante diseño de producción, con cuidadísimos efectos especiales (por poner un único pero, se podría haber mantenido la asombrosa apariencia pixelada de Lady Lisa, en vez de cambiarla casi inmediatamente a la de una persona normal) que destaca incluso en los pequeños detalles, y que dan a todo el metraje una asombrosa estética que tendrá su remate en la fantástica secuecia de los créditos del final de la película, en los que veremos un resumen de la misma al estilo de los 8 bits y que es casi lo mejor de su conjunto.
Frente a este inmejorable aspecto sin embargo nos topamos con un guión previsible, con chistes poco memorables y uno de los mejores ya destripado en la campaña publicitaria (el relativo al creador de pac-man...claro que nos queda otro genial justo justo al final), si bien hay alguna escena que no deja de tener su aquel como la de las exigencias de Eddie para su colaboración (en el que no faltan los tópicos de la isla y el helicóptero) , y unos personajes tópicos que pretenden beneficiarse de la popularidad de algunos de los cómicos más célebres de EE.UU (alguno menos popular por estos lares como Kevin James). Pero a pesar de esto y algún momento realmente absurdo ( el método para hacer trampas) por suerte siempre nos queda ese robaescenas que es Peter Dinklage, aquí más lejano de su ya mítico Tyrion y más en la línea de otros papeles cómicos como el de Un funeral de muerte, con un puntito macarra que nos deja algunos de los mejores momentos de la cinta.
Una miscelánea de comedia y acción, si bien, y sobre todo gracias a su gran despliegue de medios, destaca más bien en lo segundo, con sus chistes vacíos e incluso alguno vergonzante (¿a que viene eso del centipede haciendo gimnasia?), pero que puede suponer una buena opción, si no se le pide mucho, para pasar una tarde fresquita y entretenida, sobre todo si tenemos en cuenta que es una de esas películas, por sus efectos especiales, más disfrutables en la gran pantalla que en la pequeñita del salón.
Un banquete visual para nostálgicos ...queda por ver como se lo toman las nuevas generaciones a las que les suena más Q'bert de la deliciosa Rompe Ralph que del videojuego propiamente dicho.
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