Bajo el sello y con un penetrante aroma a Disney el musical Into the woods enlaza varios cuentos populares (Cenicienta, Rapunzel, Jack y las judías mágicas y Caperucita toja) a través de la historia de una bruja maldita que busca un remedio para librarse de dicha maldición a través de una poción cuyos ingredientes obliga a encontrar a un panadero y su mujer. Si bien en un primer momento esta parece ser una buena idea para aunar diversos cuentos de hadas (el plan B sería el sistema Shrek pero en esta saga los cuentos más conocidos quedaban relegados a papeles secundarios de mayor o menor peso) la película parece adolecer de una fuerte impronta teatral que juega con los personajes moviéndolos con celeridad de un primer a un segundo plano (a las, por otro lado magníficas, apariciones y desapariciones de la bruja me remito), siempre en el nexo común del bosque del título y con la oportunidad de que cada uno ejecute un número a su mayor gloria, si bien en algunos momentos nos aparta brevemente de este principalemente a la hora de presentar a los personajes (la casa de Jack, la mansión de Cenicienta), y siempre con la excusa de esos ingredientes que deben venir del bosque (algo que roza lo absurdo porque con la salvedad de uno de ellos todos son introducidos por algún personaje al principio de la película e incluso esto tiene truco, como veremos cuando uno de ellos falle y se cambie por otro). Incluso una vez se logre el buscado final feliz (hablamos de cuentos, no lo olvidemos) la cinta de un giro de 180 grados para volver al bosque e intentar alcanzar un punto adulto, con una sorpresa final que no acaba de sentarle bien en demasía. Se trata de una película con un comienzo ligero que pretende alcanzar gravedad a la par avanza pero con una falta de coherencia que no le beneficia, nunca llegando a decantarse por la ironía o el drama plenos (como se ve en la canción Agonía), jugando con elementos humorísticos y actuales, e incluso tomando elementos de los cuentos originales que normalmente se olvidan (las mutilaciones de las hermanastras, la ceguera del príncipe), pero sin desarrollarlos en la medida que debería (como ese interludio a mayor gloria de Johnny Deep que se queda en mero paréntesis). Por otro lado se trata de un musical con buenas interpretaciones, un magnífico vestuario y unos decorados, que si bien se revelan muy teatrales, resultan eficaces y adecuados al espíritu de fábula de la película, creando un clima propicio que choca con los bandazos argumentales que da la película especialmente en su tramo final. Sí, está rodada con eficacia y muchos medios, con un reparto y clima visual capaces de hipnotizar a cualquiera, pero su incoherncia y su última intención de sacar los trapos sucios de los cuentos de hadas para obligarlos a madurar acaban de derrumbar este castillo de fantasía.
Para grandes fans dde los musicales...mejor quedarse con los elementos que con el conjunto.
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