Con la ya clásica mesa de fanzines con la presentación de los nuevos números de Neutrón y La cabina de Nemo han arrancado este año las actividades paralelas de Nocturna, la mejor apertura posible dela que ya es la VII edición del Festival de cine de Madrid.
La ración de cine llegaría por la tarde con el corto El cuento, historia cotidiana de terror con niño (en concreto dos) con un punto muy inquietante. Le seguiría la argentina Piedra, papel y tijera, una fábula malsana con aroma a Misery sobre tres hermanastros a los que un turbio accidente pondrá bajo el mismo techo a la muerte de su padre. Puro desfile de demonios domésticos la película alcanza altas cotas de mal rollo con una historia que a pesar de ser predecible en más de un momento no pierde intensidad, gracias a unos actores que saben reflejar perfectamente un descenso en la locura más allá del arcoiris.
A continuación el corto Equals, basado en el corto de Shaun Amezawa, nos regaló una historia de amor en la que nada es lo que parece y que sabe sacar un gran partido de sus escenarios. Pero el plato fuerte era 1BR, cinta presentada por la mañana por su director y guionista, David Marmor, que reconoció su inspiración en sus propias vivencias y en el cine de Polanski, especialmente La semilla del diablo , aunque a más arde de uno le hará pensar en La comunidad. Distópica con toques de survival la historia de una joven aspirante a diseñadora que ve como sus sueños y su propia vida pueden truncarse gracias a sus amables vecinos resulta una experiencia tan entretenida como inquietante, aunque algunos momentos se vean venir de lejos, dejando la puerta abierta al debate.
Pero lo más esperado del día era sin duda la ceremonia de inauguración. Alex Proyas recibió su premio a toda su trayectoria con la promesa del encuentro con los fans este sábado y la proyección de El cuervo esa misma tarde por su 25 aniversario pero la escusa para poner el punto más emotivo si cabe fue el recuerdo para el gran Narciso Ibáñez Serrador, homenajeado por el festival hace dos años y que nos ha dejado hace pocos meses. Su hijo, Alejandro Ibáñez, presentaba dos de sus trabajos, El corto Reality, realizado para Save the children, y el largo Urubú. Dos películas que comparten un género, el terror, y la relevancia de sus personajes infantiles, sin perder nunca de vista el clásico ¿Quién puede matar a un niño?, incluyendo en el caso del primero un cariñoso homenaje a las presentaciones de Historias para no dormir.
Urubú recurre al tópico de urbanitas perdidos en la selva ( en este caso un científico que busca la primera foto de una esquiva ave) para contar un cuento de terror que podríamos calificar como mínimo de déjà vu...y hasta aquí puedo leer. Una historia que sabe recrearse en sus escenarios naturales pero que pierde ritmo a medida que avanza, sin lograr la tensión que merece esa enloquecida búsqueda de los personajes, primero de un sueño, después de una persona y por último de su propia cordura, por un dédalo inhóspito plagado de peligros.
Y con ello, ya de madrugada, llegó el final del primer dia de proyecciones. Todavía quedan cuatro días en Fnac y Cinesa Proyecciones.
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