En momentos como los que nos toca vivir una película como La número uno son necesarias. Sí, ya hubo otras como la popular Armas de mujer o En tierra de hombres, por citar dos, sobre las problemas de la mujer en un entorno laboral mayoritariamente masculino, pero esta, La número uno se permite dar un paso más y sumergirnos en las altas esferas para contarnos una historia de ambición y oscuros intereses.
Con una actriz todoterreno, Emmanuelle Devos, en un papel bombón que le permite interpretar en varios idiomas (e incluso cantar) en su piel de alto cargo en una compañía energética, al frente la trama muestra un oscuro mundo de los negocios, uno en el que a nadie le importa herir ni involucrar a terceros con tal de lograr sus oscuros objetivos. Pero a pesar de estos mimbres, que siempre dan para mucho (incluso para serie, no digo más), y de su carga crítica (aunque sea apenas de pasada temible la escena con las trabajadoras de la planta en el mar), con aspectos como la conciliación personal/familiar y el trabajo, a veces la cinta da la sensación de pasar de puntillas sobre asuntos con muchísima más raíz, a pesar de sus incisivos diálogos, dejando personajes prematuramente en el tintero (el destino del despedido, o las consecuencias de la última alianza) o esbozando apenas elementos que daban muchísimo más juego (el chantaje del vídeo). Por desgracia es una cinta con personajes muy interesantes pero nos deja con la sensación de asitir a un (larguísimo) trailer, y por supuesto con ganas de mucho, mucho más.
Por otro lado, a pesar de parecer un cliché, no se puede negar que es una película ambiciosa, tanto como sus protagonistas, de una factura casi hollywoodiense en su elección de escenarios, a los que sabe sacar el mejor partido con una subjetiva sensación de frialdad (los rascacielos, la ópera...y las bellísimas Ninfeas de Monet) en unos apartes que se convierten casi en marca de la casa, y que combina con los que enraizan con el drama personal de la protagonista (que aquí no revelaremos, aunque se insinúa prácticamente desde el primer fotograma) y que se permite recuperar imágenes tan bellas como la de La noche del cazador.
La número uno, una película que supera el test de Bechdel (al que no le suene puede consultarlo en más de una web y llevarse más de una sorpresa), que puede conquistar al espectador con sus detalles, con diálogos que en apenas un par de minutos califican por completo al personaje e incluso con un ligero halo de misterio pero nos deja con una sensación inacabada, de que apenas está empezando la película esta se acaba. Una cinta que da para mucho y más, y que nos recuerda que aunque muchas cosas han cambiado todavía quedan muchísimas por cambiar.
La número uno llega las pantallas españolas el 6 de junio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario