Translate

martes, 3 de septiembre de 2024

EL 47. El ángel sobre ruedas

 

El trailer de "El 47" es una de esas piezas que dejan al posible espectador la sensación de que nos ha contado la totalidad de la trama de la película que presenta, hasta su mismo desenlace. Pero aunque la historia de un conductor de la linea de autobuses de Barcelona, que secuestró un coche de línea para demostrar que sí era viable que el transporte público llegara al apartado barrio de Barcelona en el que vivía es la excusa para presentarnos el fresco de unas gentes de las que nos separan apenas medio siglo largo, pero que se nos antoja mucho más lejano. Un viaje tan difícil como la cuesta que conduce a ese barrio de Torre Baró, pero un recorrido que merece la pena.

Aunque se ambiente en un lugar muy concreto "El 47" fácilmente podría localizarse en cualquiera de esos barrios periféricos de las grandes ciudades, nacidos como pura agrupación de chabolas, en los que muchos emigrantes de otros puntos de la península, afectados por las consecuencias de una posguerra demasiado larga, buscaron una vida mejor. Hogares hechos a manos, con calles sin pavimentar, a los que poco a poco y no sin dificultad irían llegando el teléfono, la electricidad y el agua, no siempre caliente y no en todas las casas. En los que bajar a la ciudad a trabajar o simplemente a comprar constituye toda una odisea y en los que mientras en el resto de la ciudad se disfruta de "La guerra de las galaxias" en su amago de plaza Mayor se proyecta "Esta voz es una mina". Lugares que, como define su protagonista, precisan dignidad. Y aunque el elemento más visible de esa dignidad es ese autobús número 47 que da título a la película este solo es la punta del iceberg.

Estamos ante cine social con mayúsculas. Pero aunque este término suele forjar en nuestra mente una imagen muy concreta si hay algo que hace que este destaque y consiga apoderarse rápidamente del interés del espectador es la empatia que generan sus personajes. Algo que consigue gracias a un guión rico en matices que sabe jugar perfectamente en su bien nivelada alternancia de drama y comedia, con una trama que se absorbe en un suspiro. Y sobre todo gracias a unos personajes que son puro corazón, de los principales a los secundarios. Aunque si alguien se lleva la parte del león ese es un Eduard Fernández que logra crear un personaje atemporal. Haciendo gala de un acento extremeño que maneja en castellano y un catalán que su personaje afirma haber aprendido por amor (algo a lo que se puede poner pocos peros) su conductor de autobús, de gafa de sol perpetua y mancha de sudor en la camisa al que no cuesta imaginar entrando a pedir en cualquier bar un café con leche largo de café simplemente conquista. Un auténtico idealista capaz de llevar sus ideas hasta la últimas consecuencias, primero por la vía diplomática, luego por la administrativa y por último per collons. Porque no le queda otra.

Pilar de su comunidad y de la película Fernández nos sabe conducir por un film por otro lado, coral, en el que cada personaje tiene su propio drama. Pero la cinta si bien destaca por el lado emocional, con alguna escena realmente dura en la que se sugiere más que se cuenta (el incendio), el apartado técnico no se queda atrás, con una engañisamente sencilla pero impecable dirección artística y una cuidada fotografía con la que juega en más de un momento con un acabado añejo. 

"El 47" supone una más que agradable sorpresa en nuestra cartelera. Crítica social que no riñe con el entretenimiento y que consigue apoderarse de un espectador al que no le cuesta ver los ecos de las historias familiares de muchos y que se va a encontrar la huella alargada de un pasado que aún perdura en muchos sitios. Pero también una obra sobre la solidaridad, el valor de pertenecer a algo y la tenacidad. Con T de Torre Baró.

"El 47" llega a los cines el 6 de septiembre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario