Saben bien los coreanos todo lo que da de sí una buena venganza. Pero occidente, con personajes como Batman o el Conde de Montecristo, del que recientemente ha llegado una más que recomendable nueva versión, no se queda atrás. Salvando las distancias hace ya 30 años se unió un nuevo personaje proveniente del mundo del cómic que pronto, en parte gracias al aura maldita que adquirió debido a la trágica muerte de su protagonista, alcanzaría gran popularidad. Me refiero por supuesto a "El cuervo", de la que, como muchas hermanas de generación, llega ahora el remake.
No me gustaría excederse en comparaciones, que como sabe la sabiduría popular, son odiosas. Solo diré que esta versión apuesta más por el cgi (algo por otro lado relativamente comprensible con las décadas transcurridas) , que aboga por una estética más urbana que siniestra y que incorpora elementos sobrenaturales ajenos a la original. Este no es ya el macabro cuento de Halloween que conocimos. Esta es, simplemente, la historia de dos jóvenes que se enamoran en un centro de desintoxicación, en un caso de amor fou que irá creciendo tras escapar de este. Sólo que ciertas personas poco recomendable del pasado de la chica van a encontrarles y a quitarles la vida, para dar paso a esa venganza desde ultratumba que cualquiera que se acerque al cine para disfrutar de esta película está esperando.
Nos enfrentamos a una película cuya base, al igual que la original, es la relación entre la pareja protagonista. Sus problemas empiezan ya en este punto. La escasa química de unos protagonistas tendentes a la pausa larga entre frases y románticas miradas que pueden fácilmente confundirse con el adormecimiento lastra notablemente un prólogo con detalles que descolocan (la lectura de Rimbaud) y unos personajes que se antojan volubles, sopesando el suicidio romántico cuando sólo los vemos disfrutar del chapuzón en el río, la discoteca y unos pases de modelos que nos hacen pensar en algunos de los momentos más sonrrojantes del cine comercial de los 80.
Dúo poco creíble, tampoco la película sabe sacar mucho partido de un Bill Skarsgård que ha sabido mostrar su solvencia en cintas de acción como "Boy kills world". Optando por una violencia desencarnada, aunque por suerte para el espectador restringe el grueso de escenas a cámara lenta a aquellas partes que transcurrrn en el espacio entre el mundo real y el de ultratumba, la cinta gana en el momento que abraza la pura locura, en una escena culminante con pinceladas de gore que va a correr paralelamente a una representación operística en uno de tantos tópicos no escritos y que tiene todo el aroma de la saga "John Wick". Algo que ya experimentó su actor protagonista desde el lado antagonista en su última entrega y que casa bien con unos villanos melómanos y exquisitos que intenta mantener el tipo en una película que es fácil tomarse por el lado de la sorna.
Planos y diálogos repetitivos, simbolismos baratos y una cámara que se recrea en los momentos de curación de un personaje que parece más un familiar de lobezno que un vengador venido del más allá, articulan una cinta innecesaria que hace del Eros-Thanatos de toda la vida un producto fallido con mas ínfulas que aciertos. Si la venganza es un plato que se sirve fría no nos engañemos: la nueva "El cuervo" es puro témpano.
"El cuervo" llega a los cines el 30 de agosto.
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