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miércoles, 6 de abril de 2022

ALINE. Los divos también lloran.

 

Tengo que reconocerlo. Por mucho que haya disfrutado de algunas de sus interpretaciones la fascinación que muchos sienten por las carreras de las grandes divas de la canción no es algo que comparta particularmente. Pero igual que me sucede en otras materias en esto soy una rara avis, y aunque en inicio el asunto no me llame sí hay un buen puñado de cintas que han conseguido atraparme. "Aline" se presenta a jugar a este juego, basándose libremente (como reconoce al principio de la película) en la vida de Céline Dion o, como se le llama aquí, Aline Dieu.

"Aline" es un biopic de esos que arranca del noviazgo mismo de los progenitores de la artista. No entraré en cuestiones de cuanta fidelidad hay respecto a la vida de la cantante en su guión pero encontramos en él toda una serie de mimbres familiares como la familia numerosa con afinidad con la música, la hija menor e inesperada que resulta ser un talento natural o el ascenso en el mundo de la canción gracias a una familia unida y con ingenio. Todos tópicos que se unirán en el que es un auténtico melodrama de manual, aunque de esos en los que la sangre no llega al río. Amores prohibidos (bueno no del todo...solo que a los padres de la protagonista no les parece bien que se enamore de un hombre que le dobla la edad), dificultades para tener hijos, hijos que se sienten abandonados (porque los padres tienen que trabajar, vamos como todos), alguna muerte inesperada y por supuesto esa traumática pérdida de voz que no suele faltar en ninguna historia del ramo (y que en este caso demuestra que los ricos no usan papel para escribir: solo servilletas) no faltan a esta cita con todos los matices del culebrón de tarde, por solo mencionar los más evidentes. Ello sumado a una decisión tan cuestionable como que la misma actriz (que suma a este rol el de directora y guionista) encarne a la protagonista desde su más tierna infancia hasta el final de la historia, sin apenas efectos de maquillaje y unos efectos especiales que se limitan a reducir su tamaño (algo que sabemos puede hacerse bien, como en "El curioso caso de Benjamin Button"...aquí ni el caso, dando lugar a un efecto cuanto menos grotesco. Para muestra la escena de la pedida de mano) nos deja una película en la que se nota la inversión en vestuario y dirección artística, pero que en el resto del conjunto hace aguas casi como si del Titanic al que cantaba Céline se tratase.

Ignoro como será la reacción por parte de los fans de la artista canadiense ante una obra como esta. Puede que la presencia de canciones tan emblemáticas como All by myself genere el mismo efecto catárquico que las de Queen en " Bohemian rhapsody" (aunque suene casi tantas veces como ese Nature boy que no es tema de la cantante pero tiene gran peso simbólico). O simplemente que satisfaga ese "placer culpable" que es ir al cine a llorar. Pero aunque encontremos perlas como esa madre del artista encarnada por Danielle Fichaud "Aline" nos deja una sensación forzada continua, incluso cuando intenta introducir una pincelada de humor (la estrella se compra una casa tan grande que hasta se pierde). Una película que, si restamos el componente mítico de la vida en que se inspira, se queda en un mero drama de esos que no desentonan en una sesión de sobremesa...claro que ese es un género que tiene y siempre tendrá sus fans: si son sensibles lleven el pañuelo. Lo van a necesitar, aunque quizás no por las razones que pretende.


Aline llega a las pantallas españolas el 13 de abril.

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