Aunque siempre habrá gente que cante las virtudes de la primavera y el invierno, y siempre emerja algún romántico enamorado del otoño, el verano es quizás la más evocadora de las estaciones del año. De un clima, una luz, de unos olores y sabores, y de unas relaciones que solo parecen posibles en esta época tan concreta que es solo hablar de él y más de una familiar sensación se apoderará de nosotros. Pero ello no hace que, necesariamente, el verano sea un momento feliz. "Alcarrás" es una película de verano, de estío agridulce: la historia de una familia para la que este puede ser el último tal y como lo conocían hasta ahora.
La película se abre con una escena que no puede ser más simbólica: un trío de niños juega en los restos de un coche abandonado, una chatarra que para su imaginación puede ser cualquier cosa, hasta una nave espacial. Pero una grúa llega para llevarse el objeto de su fantasía sin que sepan la razón. Este es solo el primer indicio de que algo va a cambiar, ya que la familia se enfrenta a la pérdida de unas tierras llenas de árboles frutales que llevan explotando décadas al tratarse de un contrato de palabra y no existir un contrato físico. A partir de aquí se irán desgranando las pequeñas historias de los miembros de la familia y de otros habitantes del pueblo catalán en el que viven, aunque quizás más que de historias propiamente dichas debiéramos hablar de sentimientos, nostalgias y emociones.
A pesar del protagonismo familiar y la presencia de una gran área de cultivo esta historia está lejos de las épicas sagas de terratenientes a las que nos han acostumbrado la pequeña y la gran pantalla. "Alcarrás" opta por el lado emocional de los pequeños detalles. Con una cuidada puesta en escena pero sin renunciar a la sencillez, recreándose en la combinación de colores y una elaborada fotografía, nos encontramos ante una cinta hermosa que no renuncia a la crítica social. Una España vaciada de gente pero llena de sensaciones, de la tristeza a la alegría festiva, pasando por la nostalgia madura y la rabia adolescente.
"Alcarrás" ha conseguido ya fama antes de su estreno por su premio conseguido en el Festival de Berlin, y lo defiende con una historia humana y sencilla y unas imágenes que sacan la mejor cara de lo cotidiano. Puro drama de la puerta de al lado, que llega con suavidad pero arraiga con fuerza.
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