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martes, 10 de diciembre de 2019

JAQUE MATE

En una película una llamada de teléfono puede cambiarlo todo. No importa si es la de un marcianito que desea volver a casa, la de un espíritu vengativo que anuncia una muerte inminente en una semana o un timbre que simplemente queda sin respuesta, como inquietantemente sucede en Midsommar. Una llamada puede incluso hacernos viajar en el tiempo: es el caso de Moira.

Hay planos de apertura de un film que, sencillamente, están planeados con inteligencia. Una mujer con los ojos vendados en el asiento trasero de un vehículo sin duda hace que la inquietud planee en la mente del espectador, especialmente para aquel que ya sabe que esta cinta tiene como trasfondo la terrible realidad de los desaparecidos durante la dictadura argentina. Sin embargo hasta aquí, nada más lejos. Moira empieza con una escena feliz, ya que la chica en realidad se dirige a una celebración sorpresa de cumpleaños. Pero no: no nos hemos equivocado de película, ya que una llamada desde el otro lado del océano provocará un infarto súbito en uno de los protagonistas, que deberá enfrentarse una vez recuperado a las decisiones que tomó en su juventud y a la gente que dejó atrás en su Argentina natal.
A partir de aquí nuestra historia comenzará a moverse entre dos líneas temporales distintas: por una el pasado en Argentina, en la que vemos como el padre se enfrentó al horror durante sus años universitarios (y que concluyen, sin hacen spoilers, en un plano tan inquietante como terrible), por otro el presente, en el que el padre descubrirá la existencia de alguien relevante para él cuya existencia ignoraba o más bien decidió olvidar mientras la hija descubre unas raíces a las que no había dado antes excesiva importancia.
Moira es una película difícil, de una dolorosa melancolía que se acentúa a medida avanza su metraje gracias en parte a una fotografía cuidada en la que la gama cromática contribuye a crear un clima muy especial y a unos actores que enfocan unos roles difíciles con gran naturalidad.
Proyecto asociado a la tesis doctoral de Nerea Lovecchio, protagonista y guionista de la cinta, dirigida por su padre Daniel Lovecchio que también encarna a su padre en la ficción, la historia supone una aguda reflexión sobre el valor de la familia y la asunción de responsabilidades, sobre como superar los retos de un pasado ante el que no se pueden cerrar los ojos.
Un drama que nos recuerda como hace no tanto Argentina vivió unos años terribles que todavía muchas personas ni han podido olvidar ni están dispuestas a darlo todo por perdido. Una película sobre como tender nuevos tiempos y que demuestra que aunque hay cosas irreparables siempre se puede abrir una puerta a la esperanza.

 Moira llega a las pantallas españolas el 13 de diciembre.

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