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viernes, 29 de marzo de 2019

SEMANTERIO DE MAJCOTAZ


Más de uno acudirá a ver la nueva Cementerio de animales con la idea de la antigua versión, de 1989 en la cabeza. Tenemos buenas noticias: la canción de los créditos, Pet sematary de los Ramones, de los títulos de créditos se mantiene...lástima que sea una versión y no precisamente la mejor. Pero el resto de la película puede ser otro cantar (y nunca mejor dicho) o no.
Pet sematary, incursión en terrenos próximos a La pata de mono de W. W. Jacobs, es uno de los títulos más recordados de Stephen King pero su análogo cinematográfico, en el que propio autor hizo cameo, corrió desigual fortuna, y eso que nos encontramos ante una de las mejores premisas de su trayectoria literaria. La nueva incursión en estos espinosos terrenos es desde su inicio bastante más tenebrosa, intentando la encantadora nueva vivienda de Dr. Creed y su familia resulte notablemente más siniestra desde su arranque con sus procesiones de niños siniestros y su neblina nocturna. Pero esta cinta de terror no sabe despegarse del todo de la primera versión, aunque dé menor protagonismo al espíritu que advierte a los protagonistas, trastoque algún rol básico tanto de la película como del libro original (y no revelaré cual...dejemos que el espectador se sorprenda) e incluso se permita jugar con las espectativas de algún espectador que tenga fresquita Cementerio viviente (esa cama debajo de la que hay...nada), intentando ser una terrorífica versión 2.0 del texto de King.
Pero vayamos por partes. La nueva Cementerio de animales mejora sustancialmente en su elenco de actores, tanto humanos como felinos, y renuncia a elementos tan grotescos como la luminosidad de los ojos del gato vuelto de la tumba (con los que podría hasta leer de noche si los gatos leyeran) o la siniestra decoración de la casa de los abuelos de los niños (que luego daba lugar a escenas tan chocantes como la del niño con el traje visto en uno de los cuadros). Se aprecia la voluntad, en una historia ya conocida por la mayoría, de crear una pesadilla más natural, manteniendo elementos inquietantes como los gigantescos camiones que pasan continuamente junto a la casa de los protagonistas o el gato, que adquiere mayor protagonismo, pero estamos también ante una película que, de entrada, no tiene voluntad de explorar más el trasfondo de sus personajes e incluso reduce los antecedentes de la ominosa historia del pueblo en que se desarrolla la historia a una mera búsqueda en internet sobre la que no dará posteriores. Parece que el problema de bulto de esta película de terror sobrenatural es ante todo una cuestión de ritmo, a pesar de sus casi dos horas de duracióncreando un irregular resultado que vacila entre la dilatación y la premura, especialmente en su tramo final, haciendo poco a poco de ésta la típica cinta de sustos encadenados (por suerte con menos sustos tontos tipo "me doy la vuelta) que otras recientes incursiones del género) en la que temíamos se convirtiera una película que de entrada parecía tener muchas papeletas para convertirse en una de las grandes de este año. De pequeñas absurdeces de menguante importancia, como ese médico de carrera que se lleva en brazos una persona accidentada sin comprobar si sigue viva y sin preocuparle descolocarle las vértebras o ese peluche, un hada gatuna, solo a la altura del cerdicornio de la última Poltergeist, casi hablamos otro día.
Cementerio de animales es una película que parece confundir el terror con la oscuridad (es más hay alguna escena en el cementerio del título que podría ser un casi "donde está Wally" por su abuso de la sombra), y que no consigue transmitir el ritmo ni la empatía necesarios en una historia en la que los vínculos emocionales son clave. Queda una película correcta, para completistas del género y aquellos relativamente "vírgenes" en materia de horror cinematográfico que todavía pueden sorprenderse. 
Pero ¿quien sabe?. Solo han pasado treinta años y el buen terror sabe hacerse esperar. Si la cosa avanza progresivamente puede que en 30 años tengamos la gran versión de este clásico de terror. Porque el punto de partida es terroríficamente bueno. Y porque simplemente a todos nos encantan los gatos, por mucho miedo que puedan inspirarnos.

Cementerio de animales llega a los cines el 5 de abril.

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