Aunque hubo avistamientos en forma de Photocall el pasado lunes ayer fue el gran día de Robert Englund en Nocturna, si bien hoy en la última sesión de la sala 2 se podrá disfrutar de uno de sus últimos trabajos, Fear clinic.
Tras una mañana en la que se pudo asistir al encuentro con Alexandre Aja en el forum de la Fnac (amén de la presentación de The house on Pine Street, la película que, por el momento, más me ha gustado del fetival, y del libro Carlos Aurted, a las que por desgracia no pude asistir) en el que estuvo muy simpático y nos habló de sus influencias, sus planes para el futuro, sus películas favoritas y su adorado proyecto Cobra que de momento mora el limbo de los justos, el comienzo de la tarde dió pie a las proyecciones con el corto Aún hay tiempo, una nueva historia sobre (breves) viajes en el tiempo, y con III.
De críptico título (y tras el visionado no lo es menos) este perturbador descenso a los abismos de la psique trata como una chica, ante la inexplicable enfermedad de su hermana, víctima de una apocalíptica plaga que asola la región, y con la ayuda de un sacerdote, se introduce en la mente de esta para intentar curarla. Si bien tarda en arrancar (y mucho) y deja muchas incógnitas en el tintero la película es toda una historia al servicio de la imagen, creando un conjunto de escenas oníricas de gran complejidad y belleza, que hacen palidecer un guión de nivel muy inferior al que alcanza visualmente.
Pero el festival Englund comenzaría en la siguiente sesión con uno de sus últimos trabajos, The last showing, que presentaron su director, Phil Hawkins, y su protagonista, el gran Robert Englund, que hizo un par de chascarrillos, uno en torno a las palomitas (los que vean la película comprenderán por qué), alabó el talento de su realizador y afirmó que, tras verla, ya no pensaríamos en él como Freddy, sino como Stuart, el protagonista de la misma.
Perversa cinta sobre un empleado de un cine y antiguo proyeccinista cercano a la jubilación que decide poner la guinda a su carrera creando su película soñada con una pareja de novios como involuntarios protagonistas la película es una divertida locura que perdería mucho sin alguien tan carismático como Englund, todo un ente maquiavéico capaz de lidiar entre la psicopatía y la (en este caso falsa) inocencia como cabeza de cartel. Con un gran arranque, que sin embargo pierde algo de ritmo y fuerza a lo largo de su desarrollo, la película sin embargo nos deja unos cuantos grandes momentos, como el monólogo en torno a las ideas del protagonista sobre el cine o la escena en que le vemos montar el sonido de uno de los vídeos con diálogos de su cosecha. Un disfrute palomitero (si no ecuentran un cadáver dentro del cubo eso sí) que no decepcionará a los fans de nuestro Freddy.
Y eso sí, por una vez en corto llegó al final en forma de The peripheral, una terrorífica cinta de inquietante dsarrollo que sin embargo...la fastidia en sus últims 10 segundos.
La noche trajo lo que llevábamos esperando desde que Luis Rosales confirmase la noticia en marzo, la proyección del clásico Pesadilla en Elm Street con la presencia del mismísimo Freddy Krueger en persona que recibió el Premio maestro del fantástico y que incluso se permitió unas palabras en castellano, ganándose una tormenta de aplausos al coro de "Robert, Robert" y "Freddy, Freddy". Un momento inolvidable para todos los que estuvimos allí. Y por supuesto con la película, que muchos veíamos por primera vez en la pantalla grande, que nos hizo disfrutar como nunca.
Y con esto concluyó el día segundo...un día inolvidable...y hoy más (y más Englund). La cosa se calienta y todavía queda para el fin de semana...mañana más en Monigotorium.
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