Nos estamos curando de espantos a marchas forzadas...no, no estoy hablando de esos horrores reales que nos llegan a diario a través de la pequeña pantalla y ques muestran un mundo que cada vez nos gusta menos habitar, hablo de un cine de terror al que cada vez le gusta más jugar al más difícil todavía. Si bien muchas veces es casi una broma no carente de mucho humor negro (ahí tienen entre otras Grotesque de la que hablábamos no hace mucho) a veces el cuerpo nos pide algo de siniestra fantasía (ahí tienen la no tan reciente Livide sin ir más lejos) y para ello siempre está el remedio infalible...los clásicos. Hoy hacemos un pequeño homenaje a uno de sus subgéneros: los monstruos de la Universal.
Ayer tuve la oportunidad de asistir a la proyección de dos de sus clásicos, El hombre invisible y La mujer y el monstruo. Separadas por veinte años nos dan la oportunidad de disfrutar de dos de los monstruos más atípicos de la casa, presentándonos al más humano (el hombre invisible, cuya monstruosidad vemos más en su alma que en su cuerpo...y nunca mejor dicho) y al menos (la proverbial criatura, que no sabemos si es directamente un animal, aunque al final parece revelar apetitos bastante humanos) de ellos. Si bien el primero goza de origen literario al igual que nuestros amados Drácula y Frankenstein, el segundo parece más bien habitar la elipse del hombr lobo, más heredero de leyendas que mde un corpus literario concreto, si bien no carece de este (en algún sitio se habla de su origen en una leyenda mejicana...). Nos encontramos ante dos cintas muy distintas pero que aparte de su amor por estos, nuestros monstruos, tienen en común al igual que otras delicias de la casa, la creación de dos magníficos e inquietantes microcosmos.
El primero, un viejo amigo, el tradicional pueblecito perdido en medio de ninguna parte, casi aislado por clima y carácter, y en el que no faltan la presencia de posadero. alguacil y, en este caso, una inefable Una O'Connor (valga la redundancia) al gusto de Whale. Se trata de uno de esos lugares tan queridos al género en el que rápidamente se pasa de la comedia a la tragedia, y en el que todo es posible, como la aparición de este misterioso asesino.
El segundo el exotismo en estado puro, un lugar inexplorado que nos resulta familiar pero inquietante, un lugar hermoso ( a lo que contribuye notablemente las preciosas escenas acuáticas) pero mortal, en el que algo que lleva siglos ahí está a punto de reencontrarse con el ser humano.
No sabríamos con cual quedarnos. Nos hallamos ante los dos extremos posibles de este pequeño recoveco del cine, pero en el que es imposible dejar de pensar cada vez que nos introducimos en el mismo. Son películas de esas que nos enseñaron a empatizar con el monstruo, con el drama del que, bien nazca así, bien se haya visto sumergido en esta circustancia mediante una maldición o experimento que han mutado su cuerpo y su alma, se enfrenta al drama de ser distinto y no poder huir de ello. No nos vengan con chufas pseudovampíricas o zombies que vuelven a amar, estos monstruos son los que arañan poco a poco con sus garras y colmilllos el negro corazoncito de los amantes al género, estos son los monstruos que nos hacen soñar. Y eso es lo que cuenta.
Buenas Elena, soy Alejandro (de Cádiz). ¿Qué opinas de esos nuevos reboots que universal está planeando? ¿Mejor dejarlo como está? ¿Todo lo nuevo, bienvenido sea? No creo que logren crear un aura como esas peliculas antiguas, a blanco y negro. Pero algo se guardan en la manga, estoy seguro...
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