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miércoles, 10 de julio de 2019

QUISQUILLA REINA DE LOS ALPES

Aunque películas dedicadas a las vidas de estudiosos de las matemáticas hay pocas (de momento solo me vienen a la mente solo dos: Una mente maravillosa y El hombre que conocía el infinito) hay que reconocer que hay una tendencia a películas que funcionen directamente como una fórmula. Es el caso de Al agua gambas, presentada como una suma entre Priscila reina del desierto y Full monty, aunque de entrada nos pueda hacer pensar inicialmente en la más reciente El gran baño.
Con un punto de partida que a más de uno le sonará a la premiadísima Campeones la película nos presenta a un nadador profesional que se enfrenta a la obligación de entrenar, por imperativo legal (ante la amenaza de quedarse fuera de competición por un comentario homófobo), a un desastroso equipo de waterpolo, los gambas purpurina del título, cuya aspiración es ser seleccionados para participar en los juegos olimpicos lgtb a pesar de que parecen más concentrados en jugar en la piscina y buscar modelitos para hacerse fotos que en entrenar.
Teniendo como su mejor baza su defensa de las libertades y la conquista de derechos para las personas lgtbi, en un clima de buen rollo de esos que hace a veces difícil separar el espíritu de la película de la cinta como obra en sí misma, Gambas al agua es una comedia amable con trasfondo dramático en forma de terrible enfermedad. Unos actores en su salsa y con buena química así como un buen sentido del ritmo ayudan a que entre rápidamente en vena una historia que tiene en todo momento en mente su compromiso con la comunidad gay pero que no puede evitar caer en un gran número de clichés, tanto en situaciones, como la evolución de ese personaje intolerante o los trucos de ese feliz hombre casado y padre de familia capaz de hacer lo que sea para ocultar a su chico que en vez de trabajar pierde el tiempo jugando al waterpolo con sus amigos, como en personajes, desde el madurito que cree ya ha perdido el tren en cuestión de encontrar nueva pareja (o al menos un rollito de discoteca) al jovencito que acaba de salir del armario y se siente entre emocionado e inseguro. Esterotipos que parecen cubrir el espectro completo y que crean un conjunto de personajes divertidos con los que no cuesta empatizar, aunque es inevitable encontrar alguno más sangrante como ese agresivo equipo de waterpolistas lesbianas llamado las caminoneras (no, no podían ser las amazonas, o las valquirias) que revelan que a pesar de su canto a la diversidad estamos ante una película de óptica más gay (en el sentido masculino) que lésbica.
Polémicas aparte este combinado de comedia deportiva y road movie es un apetecible divertimento de verano, de esos a los que se les perdona hasta algún agujero de guión(que los hay), sabiendo combinar diálogos divertidos con buenos toques de humor visual y rematándolos con un emocionante desenlace (que por supuesto aquí no desvelaremos pero sí diremos que no se parece nada en absoluto a lo que podemos pensar en un primer momento) en el que no falta el vestuario de lentejuelas y una muestra de una banda sonora que recupera un buen puñado de éxitos entre los que destaca el Boy, boys, boys de Sabrina, en este caso el I need a hero de Bonnie Tyler que otrora enarbolara Shrek 2. Una película que sabe transmitir la alegría de vivir, de enamorarse y de disfrutar el momento ante las adversidades, consiguiendo de propina divertirnos durante más de hora y media de fantasía acuática.
Gambas al agua llega a los cines españoles el 19 de julio

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