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martes, 2 de abril de 2019

CONTRA EL IMPERIO DE LA PRECARIEDAD

Si hablamos de profesores de química y chanchullos de drogas inmediatamente solo podemos pensar en una cosa: Breaking bad. Lo dejo cuando quiera tiene muy en cuenta su referente estrella, aunque en realidad se trate de un remake de la italiana Smetto quando voglio, trocando la pastillas azules en rojas, el cáncer en paro y el drama con aroma a thriller en un buen puñado de carcajadas.
Dirigida por Carlos Therón, un habitual en la comedia tanto en la pequeña como en la gran pantalla, Lo dejo cuando quiera es puro humor gamberro. Partiendo de ese drama que no parece tener solución ni a corto ni a largo plazo que es de los licenciados que tras años de estudio se enfrentan a trabajar en algo completamente ajeno a sus conocimientos o incluso al paro mismo la película presenta un inesperado plan B en forma de tráfico de drogas (en realidad un reconstituyente no probado siquiera en animales que se les va de las manos) que va a convertir a un puñado de estudiosos incapaces de haberse corrido una juerga en sus tiempos universitarios en los auténticos reyes de los garitos de moda.
Personajes que parecen desconectados de todo, alguno entrañablemente infantil y otros rozando niveles casi surrealistas, pero dispuestos a recuperar lo que se les ha escapado durante años, desde el irse de fiesta (aunque me cuesta creerlo en el caso del personaje de Ernesto Sevilla) al amor a punto de perderse para siempre, consiguen rápidamente meternos en una historia que no renuncia ni a los clichés ni al humor más grueso (me quedo con el unicornio de la "pata rota"...indescriptible), pero que logra mantener el interés del espectador durante todo el metraje, y eso que hay alguna escena que se dilata en exceso, como la del atropello de uno de los personajes cuya identidad dejaremos descubran por su cuenta.
Si hay algo que hace de esta una de esas comedias que, sin revolucionar el género, sí consigue hacernos pasar un buen rato a pesar de los peros (que los hay), es su buen sentido del ritmo, moviéndose entre equívocos con toques de slapstick y algunas réplicas realmente ingeniosas (ese Disneylandia de la Vaguada), así como regalándonos un elenco con el que no cuesta conectar, incluso con aquellos que parecen estar de vuelta de todo.
Sabemos que en el fondo estamos ante el cine de estafadores y criminales de toda la vida, de esos a los que en mucha ocasiones les falta picardía, solo que llevándolos a un mundo de la noche que prácticamente engulle a sus protagonistas. No importa que el comisario sea en esta ocasión una mujer de rompe y rasga, la banda sonora esté llena de temas internacionales y la estampita de toda la vida sea ahora una pastillita roja...nada cambia, pero sigue funcionando. Y muchas veces cuando uno acude al cine a pasar un rato a carcajada limpia es lo único que importa.
Lo dejo cuando quiera llega a las pantallas el 12 de abril

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