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miércoles, 8 de abril de 2015

DESENFOCADOS

Cuando ya hace bastantes añitos paábamos las sobremesas escuchando día sí día también como un alocado aspirante a rapero moraba al oeste en Philadelphia pocos imaginábamos el carrerón que vendría después, rico en cintas de ciencia ficción, tanto superéxitos como megafracasos desde un primer puñetazo a un alienígena en Independence day hasta la última cuyo nombre aquí mejor ni mencionamos, y por supuesto pasando por su actividad como hombre de negro que ya ha dado para tres partes. Tras un breve período en la inopia y dejando a un lado nuestro amado cine fantástico parece que ha decidido volver, y no ya acompañado de la familia sino de la belleza rubia de El lobo de Wall Street, Margott Robbie...hoy hablamos de Will Smith y Focus.
 Una pareja de estafadores intentan estafar, sin saberlo, a un timador veterano que se conoce todos los trucos. Avergonzada, la chica le pide que le enseñe a mejorar sus habilidades y, ante sus progresos, este decide incorporarla a su banda para realizar una serie de pequeños hurtos en Nueva Orleans, surgiendo el romance entre ellos. Sin embargo y tras una abrupta ruptura la pareja volverá a encontrarse, esta vez en Buenos Aires, cuando él prepara el gran golpe y ella ha vuelto a encontrar el amor...pero nada es lo que parece.
Película de ladrones y timadores Focus nos lleva a un terreno que ya conocemos, el de delincunte experimentado que acoge bajo su ala a un entusiasta novato que pronto revela tener las habilidades necesarias para ser uno de los grandes, con la particularidad de que en este caso estos personajes son una pareja con buena química entre la que no tardarán en saltar chispas. Hasta aquí nada nuevo, los personajes son ricos en carisma, de los principales a los más secundarios e incluso los que más tarde se revelan como villanos (un Rodrigo Santoro al que cuesta reconocer con pelo, ropa y sin toda la quincalla que lleva en su más conocido papel de Jerjes de 300), la trama evoluciona de pequeños golpes al soñado por todo especialista del ramo (a pesar que casi al principio mencinan que eso del "golpe maestro" no existe), encontramos lujosos escenarios, vestuario y coches y el guión se permite todo tipo de trampas.
Porque de eso se trata, de una cinta en la que cada giro parece estar dirigido a intentar sorprender al espectador, de esas que se desdice continuamente para volver sus propios pasos (no lleva a engaño que, cuando se menciona un anécdota sobre el pasado esta tendrá su reflejo en algún momento u otro del metraje), de esas en las que unos personajes engañana a otros (y no necesariamente hablamos de sus "víctimas potenciales") arrastrando (o intentando arrastrar con ellos) al espectador, intentando crear una suerte de cubo de Rubik de resolución menos compleja de lo que pretende en un principio, y dejando una sensación de déjà vu que no se aleja en ningún momento (¿Alguien ha dicho El golpe?), a pesar de alguna opción argumental que la alejan levemente del tópico (la ausencia casi total de esa némesis en forma de detective o policía incansable que suele ser habitual en este subgénero)
La cinta se sitúa dentro de esa liga de películas sobre delitos ricas en lujo, glamour y exotismo (bueno, si Buenos Aires nos parece exótico) en la que sitúan subgéneros tan distintos como el de espías, la comedia romántica o el thriller y lo hace sin despeinarse demasiado a la hora de buscar innovaciones. Sí, los actores parecen encontrarse más que cómodos en sus roles, está filmada de manera elegante (el montaje sobre el número 55), incluso bien coreografiada (la primera tonda de robos...impagable la sustracción de cartera con palillos chinos), creando un buen ritmo más en las escenas individuales que en su propio conjunto. Pero también es una película que deja muchas cosas en el tintero, que, a pesar de sus pretendidamente originales giros, conduce a un destino que bien conocemos, que desaprovecha un buen número de variables (el circuito de carreras habría dado mucho de sí en un gran final mucho menos loco y épico de lo que habríamos deseado) y que deja en el espectador un gusto insulso, a pesat de unos ingredientes que, uno por uno, parecían más sabrosos.
Para superfans del género sin muchas pretensiones...y de su pareja protagonista.

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