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miércoles, 29 de octubre de 2014

SOBRESEÍDO

El cine de juicios siempre ha gozado del beneplácito del público en esto de los subgéneros cinematográficos, pero en el caso de una película que se llama precisamente El juez y que además protagoniza un abogado en un proncipio parece que los tiros van por otro lado...pero por supuesto nos equivodamos.
Con un reparto de lujo, de esos que casi piden un oscar o al menos un puñado de nominaciones sin pudor alguno, nuestra cinta empieza con uno de los mecanismos del melodrama típico: un hombre de edad madura vuelve a su pueblo natal por el fallecimiento de su madre tras años sin vérsele el pelo por allí debido a la hostilidad de su progenitor. Nos encontramos así ante el duelo actoral entre un Robert Downwy Jr. abogado de ciudad y otro Robert, Duvall, juez de pueblo pequeño, que se detestan profundamente pero que se parecen más de lo que creen (a los últimos minutos, que no destriparemos, me remito) y cuya relación sufrirá un giro cuando el segundo es acusado de asesinato y, tras las primeras reticencias, el primero decide representarle.Con un buen puñado de buenos secundarios la cinta desgranará poco a poco las motivaciones de padre e hijo y sus allegados, con bien integrados toques de humor y alguna de esas revelaciones más grandes que la vida en las que es pródigo este género. Así este melodrama en el que el juicio y su resultado es mas un mcguffin que otra cosa se deja atrapar por el uso pequeños detalles para caracterizar a sus personajes (el pleno de las hortensias del jardín materno que se reflejan en las que el hijo tiene en su jardín, el vaso del personaje de Billy Bob Thornton) aunque también en ocasiones se deja llevar por mecanismos demasiado evidentes (el momento en que padre e hijo dejan el coche en direcciones opuestas), y si bien muestra una sutilidad durante la mayor parte del metraje en su tramo final se deja arrastrar completamente por una emotividad más propia de culebrón de tarde que de una cinta de este presupuesto, con juez llorando a moco tendido incluído. Lo mejor que se puede decir de esta película, de la que no hay que dejar de mencionar su cuidada fotografía, con esos rostros partidos por la sombra, es que si bien intuimos los derroteros que acabará adoptando (siempre que uno regresa a su villa natal acabará aprendiendo algo sobre sí mismo y reconciendo algo de su pasado para bien o para mal...y si no que se lo digan a los personajes de las recientes Agosto y Seguridad no garantizada, con resultados muy dispares),  y que con el trabajo de otros actores ( Downw Jr. en su habitual rol de cabroncete simpático y un increíble Duvall al que no es difícil odiar primero y compadecer después) probablemente habrían provocado una reacción muy diferente en el espectador, en ningún momento deja que perdamos el interés por una trama cuya incógnita no es ¿quien lo hizo? sino ¿como hemos llegado a esto?.
Más para amantes del melodrama familiar que del cine de juicios, una historia conmovedora que sabe hipnotizarnos.

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