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miércoles, 4 de septiembre de 2019

CARTAS DESDE MI TUMBA

Pocos hechos hay tan traumáticos como superar la muerte de un ser querido, y pocos bálsamos hay mejores que hacerlo en grupo. Litus es una película bien consciente de ello, dejando un tiempo prudencial de duelo para reunir a sus protagonistas a través de una enigmática propuesta: el contenido de cinco cartas dejadas por el difunto a sus mejores amigos...y como supondrá el espectador avezado ello va a traer más de una revelación.
Dani de la orden, un director que probablemente nos suena más como director de comedia, con un éxito tan reciente como El mejor verano de mi vida, pero que ha sabido curtirse en terrenos tan dispares como el documental o la miniserie nos presenta un drama al que, desde el primer vistazo, podemos calificar de generacional, tanto por los problemas de unos protagonistas en transición a la plena madurez como por detalles como su ambientación e incluso banda sonora.
Basada en la obra teatral homónima de Marta Buchaca Litus, un origen teatral que no oculta con un respeto casi total a la regla de las tres unidades (poco se sale de éstas, con la excepción de un inserto de como murió el personaje que da nombre a la cinta) es una película que sabe perfectamente en que liga juega, haciendo referencia a la cinta británcica Los amigos de Peter, y presentando un heterogéneo grupo de amigos que cubren todos los tipos de lazo posible con el finado, desde su hermano hasta su exnovia. Sabiendo que su premisa no es la más original del mundo la película sabe sin embargo sacar lo mejor de los materiales de los que dispone. Sabe que en algún momento llegará la sorpresa, y de ella nacerá la catarsis (en este caso con un fuerte componente musical) pero por esto mismo sabe que su mejor baza es la carga emocional, y en este apartado sabe salir airosa, gracias a un elenco en el que, si bien no encontramos superestrellas sí a un grupo de actores versátiles cuyos rostros nos suenan tanto de la gran como de la pequeña pantalla como Quim Gutiérrez o Belén Cuesta.
Unos intérpretes que dominan la pantalla del comienzo al final. Nunca veremos a Litus, aunque su nombre, como si de una Rebeca cualquiera se tratase, planee por toda la trama desde su título. Pero a través del resto del personajes, un grupo que se enfrenta a unas decisiones que se les podrían antojar lejanas hace relativamente poco tiempo, como el gestionar el éxito o embarcarse en una relación matrimonial, llegaremos a conocerlo, consiguiendo insuflar autenticidad tanto a sus roles como al del ausente.
Aspectos lógicos y normalizados hoy, pero que en todavía pueden resultarnos tan chocantes en medio de algo tan íntimo como es el proceso de despedida de un amigo, como son el cierre de las cuentas en las redes sociales, la eliminación del grupo de Whatsapp o del perfil de la consola son unas pinceladas más que consiguen hacer que todavía nos metamos más en una historia que está perfectamente definida en su tiempo, pero que a la vez resulta atemporal. Una historia que nos han contado muchas veces, pero que muchas veces más puede ser contada, adaptándose a los nuevos tiempos pero sin perder lo esencial de unos sentimientos que siempre serán inherentes a todo ser humano.

Litus llega a los cines el 13 de septiembre.

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