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viernes, 9 de noviembre de 2018

LA MALA ESPOSA

No hace mucho, en pleno año Frankenstein, Mary Shelley demostró como la biografía de una escritora, y más en los tiempos de reivindicación que corren, puede tener mucha, mucha chicha (del casting mejor hablamos otro día, pues a pesar de tener una protagonista joven, igual que la escritora original, esta parecía más una princesa Disney que la madre del monstruo literario por antonomasia). No tan conocida como esta nos llega ahora la historia de una escritora con una obra inmesamente popular en su época y que se estrena, igual que la de Shelley, con su propio nombre (Aunque sería más correcto hablar de apellido): Colette.
Autora de las célebres Claudine y Gigi este biopic nos lleva por los primeros años como autora de su protagonista, bajo el nombre de su marido en el caso de sus primeros años, en una trama plagada de romances e infidelidades más o menos consentidas (centrándose exclusivamente en las femeninas, a pesar de que tuvo amantes de ambos sexos). Con una Keira Knighley al frente que vuelve a demostrar nuevamente su valía como actriz de época (incluso en la más comercial saga Piratas del Caribe demuestra buen hacer) y una dirección artística cuidadísima, excesiva cuando debe serlo en el clima de los salones literarios y sencilla en las escenas campestres con especial atención a la iluminación (incluso se permite la alusión a la aparición de la luz eléctrica) y fidelidad a las fotografías de la época la historia es mucho menos polémica (conociendo la biografía y obra de su protagonista) de lo que podríamos preveer, moviéndose entre el cine romántico y la historia de superación personal, con algún apunte importante respecto al papel de la mujer como creadora en el París de finales del XIX y principios del XX.
Colette es una de esas cintas que se ven con agrado: unos personajes carismáticos (desde la moderna protagonista a ese marido que lidia entre el amor más romántico y acciones tan cuestionables como cuando la encierra para forzarla a escribir), una historia con relativo buen ritmo y un París que si bien no es de cuento de hadas sí lo es de postal. Pero también nos encontramos con una película que a pesar de contar con un material de partida rico tanto en luces como en sombras, al que se le podría sacar mucho, pero muchísimo juego, se queda en la puerta, casi pasando de puntillas, dejando una historia de personajes en los que, con la excepción de Willy, marido de Colette, apenas sí se ahonda (de una de las últimas amantes de este apenas llegamos a saber tanto como del perro de la escritora).
Intensa a ratos, más convencional en otros Colette es una película bien hecha, y con un reparto eficaz (casi sobresaliente en el caso de su protagonista, que sabe sacarle toda la picardía y fragilidad posibles a sus personajes), pero que tampoco sobresale en su conjunto. Para amantes del cine de época, y en especial para aquellos que disfrutan con las historias, reales (como en este caso) o no, de mujeres fuertes que pueden marcar la diferencia.


Colette llega a los cines españoles el 16 de noviembre.

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