Ambientada en nochevieja, en un matiz que nos remite a cintas tan recomendables como la muda La carreta fantasma (en la que según la leyenda el último muerto del año estaba condenado durante todo el siguiente a conducir el vehículo que transporta las almas de los muertos) Matar a Dios es una comedia negrísima con tintes sobrenaturales.
Con una ambientación tan kistch como inquietante (impagable ese payaso de cerámica de la mesilla de noche o esos animales disecados que nos recuerdan a los hobbies de un tal Norman) no renuncia al gore ni a los matices más iconoclastas para contarnos una fábula sobre un puñado de seres rotos elegidos a boleo por el altísimo para una difícil elección que decidirá el destino de todo el género humano. Quizás la cinta no nos da todas las respuestas, seguramente a más de un espectador se le ocurran unas cuantas durante su visionado, pero lo que sí consigue es mantener su interés con un guión que desde el primer momento revela que no hace ningún tipo de concesiones tras el primer encontronazo de un grupo de seres humanos con un Dios inclemente que, aunque se permite una ligerísima ambigüedad, no va a dejar títere sin cabeza, haciéndonos incluso pensar en los mejores momentos del primer Álex de la Iglesia.
Entre sus mayores aciertos la elección de un casting al que no costaría en absoluto imaginar en una versión teatral de esta historia, con una naturalidad pasmosa pasando del drama al surrealismo puro y duro, y entre los que destaca un Emilio Gavira como un Dios atípico pero que va como anillo al dedo a una trama que se torna más disparatada a medida avanza su metraje, y que se suma a un reparto que ya trabajó con los directores de esta cinta en el muy recomendable corto RIP.
Matar a Dios es una original propuesta con un gran punto de partida, y un desenlace que no desmerece de la misma, aunque en su nudo a más de un espectador le puede parecer que el guión pierde rirmo, o que echa de menos algún matiz filosófico. Pero no se puede negar que se agradece su brevedad y un sentido del humor a prueba de bomba no apto para todos los paladares. Una gran elección para los que acudan al cine para no ver lo de siempre...aunque en algún momento nos pueda parecer que sí (la trama de a infidelidad), y una buena recomendación para los completistas del fantástico patrio.
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