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lunes, 11 de agosto de 2014

PUZZLES CON RUEDAS

 Cuando era pequeña, antes del superboom japonés, había una serie que me tenía hipnotizada y que si no recuerdo mal echaban en la tres. No estaba muy bien animada y el doblaje seguía una tradición hoy ya extinta. Años más tarde llegó una película inspirada en ella Buenos efectos especiales, un guión divertido y un doblaje más convencional. Se vendió estupendamente...llegó la 2, no tan buena. Llegó la 3...aquello se estiraba ya un poquito, y se libraron de la prota...llegó el momento de librarse del prota de las tres anteriores y con ello llegó la 4. Sí, hoy hablamos de Transformers. La era de la extinción. (al menos inicialmente de Shia LaBeouf)
Con unos primeros minutos en los que nos dejan oler un poco lo que nos prometieron inicialmente (las dos Ds: destrucción y dinosurios) la cinta se nos revela como un más o menos velado reboot. Sí, se recuerda la destrucción de la parte anterior pero del reparto de la trilogía original no queda ni el tato y la primera parte de esta película de excesivo metraje se destinará a presentarnos a este nuevo elenco tan deudor de sueño americano que sólo le falta tener la banderita tatuada en la espalda (el padre que se desvive por su hija, la chica cañón inteligente y sufridora, el novio hecho a sí mismo, el...bueno, con ese no se encariñen demasiado). Y depués ya viene a lo que nos tiene acostumbrados la saga. Humanos buenos desarrapados pero con recursos (que casualidad que un personaje sea ingeniero, que para una gran huída justo uno sea piloto, y que no dejará por supuesto de hacer propaganda de cierta marca...), humanos (muy) malos y con muchos medios, robots buenos prohumanos, robots malísimos, persecuciones, explosiones, naves espaciales y todo el mundo detrás de un artefacto de origen alienígena (la semilla) que es el meollo del asunto. La cinta en sí es espectacular, con momento increíbles (la muerte en llamas de...dejemos que lo vean ustedes misms, la transformación de Optimus a punto de reunirse con sus compañeros autobots...) y unos villanos  de lujo (Kelsey Grammer lo mejor por goleada), así como unos dinobots(¿los puedo llamar así?) que satisfacen con creces al niño que todos llevamos dentro, pero el guión se alarga más que el kilométrico boomer, las situaciones son tópicas (sí, al final todos los de Hong Kong sabían Kung-fu) y al final, incluso las luchas más violentas se tornan un enorme product placement (un juego, contar las marcas en la lucha final...Armani, Victoria's secret...)...y no se pierdan sucesos asombrosos como las azules uñas y el pelo de Nicola Peltz casi impolutos tras días de persecución y explosiones...inenrrable. Sí, ya sé que en el fondo es lo que todos esperábamos pero el ser humano también tiene derecho a soñar...
Una película que merece verse en cine pero por favor, vengan pensados de casa que si no puede hasta doler...


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