Ahora que las elecciones son el pan nuestro de cada día, con comicios semana tras semana en cualquier parte del globo, de Francia a Venezuela, enfrentarse a una película como "El monje y el rifle" supone una experiencia que nos puede hacer ver el mundo, político al menos, con otros ojos.
Con elementos de drama aunque también de comedia, de esa que invita más a la sonrisa que a la carcajada, este es un film que se puede calificar sobre todo de fábula. Ambientada en 2006 la historia nos transporta a Bután, un país que suele escapar de las rutas turísticas mas convencionales, donde su rey ha decidido abdicar y convocar unas elecciones para que el pueblo decida su destino. Frente a otros países en los que se da (damos) la democracia por sentado, Bután, en el que empieza a abrirse paso la televisión e internet, se enfrenta a algo que es completamente desconocido para ellos, de modo que tienen que enfrentarse al concepto literalmente desde cero. Y este va a ser el germen de toda una serie de cambios en la zona en la que quizás estas novedades resultan más chocantes, la rural, dando pie al que es el mcguffin de la historia: un Lama en retiro espiritual decide que 'ha llegado el momento de poner las cosas en su sitio', para lo que va a solicitar a su discípulo que le consiga dos rifles antes de la proxima luna llena y sin especificar para qué. La incógnita está servida.
"El monje y el rifle" nos muestra un mundo que puede resultarnos extraño. Un lugar en el que el dinero no siempre tiene el valor que le suponemos, en el que James Bond y la Coca Cola, a la que llaman agua negra, son una novedad, y en la que la tradición sigue siendo un valor capital. Pero también, como en todas partes cuecen habas, en el que es fácil enemistarse con la suegra, los niños se dejan arrastrar por las ideas de los padres y la pequeña pantalla sigue moviendo a las masas. Pero sobre todo este es un film con una curiosa pero profunda reflexión política sobre el ser humano como animal político, sobre la confrontación entre la política y el bienestar, la importancia del bien común y el precio de la libertad. Y lo hace con fuerza gracias a un guión ágil, unos actores en su mayoría sin experiencia pero que aportan verismo y un bien dosificado humor de cariz surrealista que hacen de esta una obra que consigue mover tanto el corazón como la mente del espectador.
En más de un momento del metraje se menciona que la democracia es un regalo. Esta cinta también lo es: un obsequio lleno de sensibilidad, de cuidada fotografía y un desenlace conmovedor. El que para la gran mayoría es nuestro primer contacto con la filmografia de Bután supone una más que agradable sorpresa, una gran elección.
"El monje y el rifle" llega a los cines españoles el 2 de agosto.