Legos del Monigotorium

martes, 15 de noviembre de 2016

EL SABOR AUTENTICO

Resulta curioso, en un momento tan peliagudo (por llamarlo de manera fina) a nivel político, y con tanta saturación en cualquier medio informativo, hablar de una cinta con un sabor local tan marcado como la que hoy nos ocupa. Hablo por supuesto de una película proveniente del país que a nivel cinematográfico tiene más calado en el marco internacional, los Estados Unidos, pero que además en este caso parece hundirse en las raíces de lo primero que nos viene a la mente ante la mera mención de este país...hoy hablamos de Comanchería.

Dos hombres enmascarados atracan en un breve lapso de tiempo una serie de pequeñas sucursales bancarias al oeste de Tesas, sin dejar muertos o heridos y llevándose cantidades de dinero tan pequeñas que, unido al deficiente sistema de seguridad, hace que identificarlos sea casi imposible. Se trata de dos hermanos con un oscuro pasado que ven en esta la oportunidad perfecta para asegurar  el futuro de su única herencia familiar y de los hijos de uno de ellos, divordiado, con un plan con pocas fisuras. Pero dos rangers, uno a punto de retirarse y su compañero de raíces indias con el que mantiene una extraña camadería, están resuelto a cazar a estos dos criminales.
Comanchería, término que hace referencia a la región que comprende noreste de Nuevo México, oeste de Tesas y otros territorios ocupados por los comanches antes de 1860, y que proviene de una de las líneas de diálogo de la cinta (en la que se explica el auténtico significado de la palabra comanche, que dejaremos descubran ustedes mismos), y que supone la más que libre traducción de Hell or high water (que amén de ser una canción de AC/DC viene de la expresión come hell or high water. algo así como "venga lo que venga"...sí, Comanchería es más sonoro), es un thriller con toques dramáticos y un fuerte aroma a western crepuscular que nos lleva a ese oeste heredero del cine clásico para contarnos una historia de héroes y villanos ricos en luces y sombras
Con un reparto de campanillas, con un magnífico Jeff Bridges en un papel de ranger cabroncete de vuelta de todo (genial ese rifirafe verbal con su compañero, así como escenas tan poderosas como aquella en la que cruza la carretera con una manta que casi se nos antonja casi heroico uniforme) y un elenco en el que brilla un Chris Pine lejano de ese héroe interestelar al que nos ha acostumbrado) la película nos cuenta una historia de esas que hemos oído toda la vida, de polis y ladrones, pero lo hace con un vivo guión que ahonda en ambos lados de la ley, para contarnos los dramas y sueños de sus personajes, y con unos diálogos y réplicas poderosas que saben tanto hacernos reir como conmovernos.
Pero Comanchería no se conforma con una buena base y añade a su particular guiso una serie de referencias visuales que beben de lo mejor del western clásico. No le basta con un puñado de personajes tocados con sombrero de cowboy (del ranger al director del banco) sino que explota con habilidad los interminables paisajes, que aun habiendo dejado paso a la carretera y al chillón casino indio, siguen abiertos a un cielo de auténtica postal, y por el que todavía discurren el caballo y el vaquero trasladando su ganado (la casi onírica escena del incendio), mostrando la cara más hermosa de un oeste que casi creíamos olvidado.
Tan hermosa como eficaz a la hora de contar una historia que en otras manos habría sido un tópico más Comanchería es ante todo una película en la que uno se sumerge poco a poco y que nos arrastra con la fuerza de su estética y sus personajes, un ejercicio de buen cine de eesos que se disfruta con ganas, ni más ni menos.
Buenos actores y un guión con chispa en una historia que sabe usar los tópicos con inteligencia, Comanchería se estrena en las pantallas españolas el 30 de diciembre

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