A 47 metros 2 (que no cuadrados), traducción simplificada del más explícito 47 meters down: uncaged conserva del original el protagonismo femenino, la presencia de tiburones con malas pulgas y el factor claustrofóbico. Pero el terreno ha cambiado mucho, llevando a cuatro nuevas heroínas adolescentes a unas ruinas mayas sumergidas en las que se cuelan sin conocimiento paterno y que se van a enfrentar no solo a la posibilidad de morir ahogadas en un territorio cuya salida desconocen sino a un tiburón blanco que parece encontrar en ellas una excelentes candidatas a aperitivo.
Lidiando ligeramente con los terrenos del terror sacrílego, en una vertiente lejana de Las ruinas o La pirámide (eso de ir de excursión a una necrópolis de cualquier cultura en estos casos no suele ser muy buena idea, por bonita que sea...claro que desde Midsommar ya no es buena idea ni ir a sitios en inicio tan tranquilos como Suecia) la película gana enteros por el clima de tensión que genera, sacándole el mejor partido posible a unos escenarios de postal que poco a poco se van tornando más cercanos a la grieta que nos presentó otro viejo amigo del terror, James Wan, en su Aquaman.
En un continuo zigzag que va ganando ritmo a medida se van acotando las posibilidades de huída y la amenaza se va tornando más real la película consigue ser puro entretenimiento, a pesar de diálogos que dan para juego de chupitos (beban cada vez que alguno de los personajes digan que están atrapadas, van a morir allí o similar), un escualo ligeramente más cutre de lo esperado y unas actuaciones simplemente correctas para el género A 47 metros 2 es una película que da simplemente lo que promete.
Con un tramo final que es una pura locura aspirando al más difícil todavía (inenarrable...solo falta el Megalodón de la cinta homónima) esta secuela consigue estar por encima de su original, renunciando a esas alucinacionese fruto de la descomprensión que eran el sello de la primera y ampliando notablemente el radio de acción en una cuenta atrás que parece marcar la duración del aire de las bombonas. Una película de terror que es pura diversión para el verano en un subgénero que, si no existiera, habría que invertarlo.
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