Como fan del cine de animación he de admitir que una de mis favoritas está protagonizada por Astérix. Más de uno habrá supuesto ya que me refiero a ese pequeño clásico que es Las doce pruebas de Astérix, una cinta con original premisa nacida de cero (no está basada en ninguno de los álbumes del personaje) con buenos gags y un gran sentido del ritmo. Y es que Astérix es de esos personajes que, sin destacar en el mundo del séptimo arte (otro jabalí nos cantaría en el caso del noveno) nunca ha abandonado del todo la gran pantalla.Tras una serie de cintas de menor fortuna, incluídas unas cuantas en imagen real (con ese gran acierto que es Deperdieu haciendo de Obélix) hace unos añitos llegó las muy recomendable Astérix: La residencia de los dioses, la primera en animación tridimensional. Parece que sus creadores han tomado nota de sus aciertos, y por ello en breve (es decir en España...en Francia se ha estrenado ya a principios de diciembre) se estrena Astérix: el secreto de la poción mágica.
Partiendo de una idea original (aunque como siempre hay elementos que nos remiten a más de una escena concreta de las viñetas protagonizadas por nuestros queridos galos) la película plantea la búsqueda por parte de nuestros héroes de un joven druida al que transmitir la receta de la poción mágica tras un desgraciado accicente que hace a Panorámix darse cuenta de que ya no es tan joven y puede faltar el día menos esperado.
En esta odisea no falta nadie, ni el gafe barco pirata que tanto juego da en los cómics, ni Julio César ni siquiera esos atormentados jabalíes que van a tener un papel clave en la trama (incluyendo un pequeño jabato que se convierte en un auténtico robaescenas en la mejor tradición del slapstick). A ellos se unen también un buen grupo de secundarios nuevos como toda una caterva de druidas bautizados en la mejor tradición de la saga (incluyendo uno de mesiánicas connotaciones en la mejor tradición de esos pequeños guiños a los que nos ha acostumbrado cine y cómic) y por supuesto ese personaje tan importante como es un buen villano, rol que aquí cae en el siniestro Maléfix, un druida renegado que nos recuerda levemente a ese adivino del albúm homónimo pero que consigue una entidad propia.
Astérix: el secreto de la poción mágica es ante todo una película divertida, con buen sentido del ritmo, que no pierde en ningún momento su vocación inicial de película infantil (por supuesto hay concesiones a la galería como el uso de la música en la escena de apertura y batalla final, al ritmo de You spin me around o la incorporación de una niña al elenco protagonista) pero que consigue arrancar la carcajada a más de un adulto tanto con sus diálogos como con su humor más físico. Sí, hay giros que se ven venir (de ese tipo de detallitos que sabemos serán relevantes de cara al desenlace de la trama) y la animación, aun siendo eficaz, no se acerca a las últimas maravillas estadounidenses y niponas (aunque podemos disfrutar de un par de cambios de estilo en dos escenas muy concretas, la del flashback del pasado común de Panorámix y Maléfix, casi abocetada o la del casting de druidas) pero estamos ante una película breve y ágil, sin pretensiones, de esas que se disfrutan en familia. Una cinta que sin ser la mejor del universo Astérix demuestra que los irreductibles galos todavía tienen mucho que decir y que se disfruta como solo pueden disfrutar los niños.
Astérix: el secreto de la poción mágica llega a las pantallas españolas el 11 de enero de 2019.
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