Se un tiempo a esta parte, inmersos en toda esa imparable inundación de programas de telerrealidad, y más con el auge de los canales de documentales "atípicos" (olviden los animalitos de la dos o los dedicados a tribus de esquimales o bosquimanos) han comenzado a sumergirse en nuestros hogares toda una pléyade de espacios dedicados al asesisno de al lado, al psicópata de aspecto inocente capaz de destrozar la vida de una o más personas, y lo está haciendo con un éxito que los ha convertido en el sustituto mediático de aquel El caso que leían nuestras abuelas y bisabuelas. Sin embargo este realismo, con sus reconstrucciones, parece irónicamente haberlo privado de realidad, aunque no así de impacto. De las consecuencias de los hechos de estos monstruos que han abandonado sus cuentos para sumergirse en otra vida humana nos habla La habitación.
Jack acaba de cumplir cinco años y jamás ha salido de la habitación, el pequeño mundo en el que viven él y su mamá, y donde con lo poco que tienen intentan ser felices. El único que tiene contacto con ellos de vez en cuando es el viejo Nick, un hombre capaz de conseguirlo todo pero al que solo ha visto a través de las rendijas del armario donde duerme Jack, y que duerme con su mamá muchas noches. Pero ante las preguntas de un Jack que cree que fuera de la habitación solo existe el espacio y que ni siquiera cree que lo que ve por su televisor sea real su madre le hace una sorprendente revelación: ella lleva viviendo allí siete años desde que Nick, si ese es realmente su nombre, la raptó siendo una adolescente y la encerró allí. Ha llegado el momento de idear un plan que los saque a ambos de allí y que jack conozca todo el mundo que hay ahí fuera.
Con un cartel de esos que puede llevar a equívocos y un puñado de importantes nominaciones bajo el brazo esta curiosa cinta, cuyo arranque si desconocemos su argumento puede descolocar y sorprender al espectador (de no saberlo hasta pasados unos minutos podemos hasta dudar si se trata de una película de corte apocalíptico), nos acerca a ese drama dolorosamente real de mujeres, apenas sí unas niñas, secuestradas y retenidas contra su voluntad para someterse a los caprichos de su raptor, y cuyo destino solo se ha descubierto porque por agún descuido de este lograron huir tras años de cautiverio.
Bajo la mirada de un niño, el hijo de secuestrador (que solo acude de noche cuando este duerme y si acaso haciendo alguna pregunta sobre él, y al que, como vemos por sus acciones, le importa muy poco) y secuestrada (que por otro lado intenta que tenga con este el menor trato posible), una criatura de apenas cinco años que mentien tanto la inocencia propia de su edad como la que le han impuesto su anómala forma de vida, la película sabe contarnos con un enternecedor sentido del humor pero también con crudeza una hisoria que, de no conocer los precedentes reales, se nos pondría antojar una cruel fantasía psicótica, si bien esta solo sería la primera parte del asunto, para, tras sacar a los dos personajes protagonistas del escenario que da nombre a la función (de un sorprendente modo que aquí no revelaremos), sumergirlos en ese terreno hostil que es el mundo real, que el menor jamás ha visto y que la madre lleva casi un tercio de su existencia sin ver.
Se abrirá así una segunda parte que analizará las relaciones de ambos con otros seres humanos tanto extraños (el doctor) como familiares (los abuelos, de los que la madre ya ha hablado a Jack, pero cuya realidad ha cambiado mucho desde que ella no está, y cuyas reacciones nos darán más que una sorpresa, haciéndonos imaginar un pasado durante el secuestro de su única hija del que realmente nunca revelarán nada), mostrando poco a poco la adaptación de ambos a un mundo que jamás debieron abandonar, pero en el que, de haber sido así, Jack no existiría, dando lugar a una serie de episodios incómodos (la entrevista) que minarán lo que solo debiese haber sido felicidad.
La habitación es una película vital, que sabe moverse entre la ingenuidad y la crudeza, que sabe ser entrañable pero también profunda, con un buen trabajo de actores, tanto de sus imprescindibles secundarios (como Joan Allen y un William H. Macy que nos regala una intervención tan breve como impactante) como de su pequeño protagonista, y con una puesta en escena tan sobria como efectiva que presenta los múltiples contrastes entre el hgar que abandonan y al que llegan.
Una historia atípica pero realista que sabe darnos una lágrima por cada carcajada.
Un original drama que no deja a nadie indiferente La habitación se estrena el 26 de febrero
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