Legos del Monigotorium

viernes, 1 de agosto de 2014

ESTAMPIDA

En el cine se viven múltiples esperiencias...ríes, lloras, te emocionas, te entretienes, te aburres, le das vueltas a la cabeza, sientes compasión, asco o miedo...o incluso puede darse uno de esos fenómenos de la naturaleza que pocas veces pueden ser observados por el ojo humano: la estampida en masa. Ayer Monigotorium pudo asistir a una de estas raras ocasiones. El marco: la (recomendable) sala Artistic Metropol, que nos suele regalar un buen puñado de clásicos antiguos y modernos así como divertidas gamberradas de todos los géneros todos los día de la semana, la película Begotten (1991) que si bien en la copia de ayer su título se traducía como "engendrado" podemos tildar más bien de engendro, y es que incluso los diez minutos que aguantamos las tres cuartas partes del respetable dieron para mucho.
Rodada en un tosco y denso blanco y negro la película, que carece de música y diálogos pero que, al menos durante los diez primeros minutos (que fue lo que aguantamos seis de las ocho personas que allí nos encontrábamos), acompaña una banda de ruidos consistente en...el sonido de un grifo que gotea (real) la película provoca un desasosiego en ese espectador que realmente desea cerrar ese maldito grifo que no cesa, o al menos escapar del área de influencias del mismo ( en un deja vu continuo de esas noches sin dormir en la que cualquier ruidito te desvela), ya que las mismas imágenes que lo acompañan no animan a este a permanecer en su asiento. Así tras un breve pero rebuscado texto poético que nos dice mucho de las ínfulas pedantonas de la cinta esta "obra" se abre con la imagen de un ser que se mutila con una navaja...olviden el gore y el morbo, es como una versión mala e interminable de los primeros segundos del magnífico Un perro andaluz de Buñuel, que parecen fruto de una melopea a base de garrafón y un lote de películas de Dreyer. Cuando de debajo de las faldas de la agonizante criatura surgió una mujer autoexplorándose el pecho, en un supermomento que parecía salido de una obra de fin de curso, supimos que había llegado el momento de abandonar la sala. Y es que igual lo posterior daba para un corto pero al ritmo que íbamos todavía quedaba más de una hora de martirio y todo ser humano tiene un límite.
No, esta película no tiene clasificación...está más allá de la psique humana, y ni la película Pancho el perro millonario llegó a tal dimensión...si todavía se animan creo que pueden verla en ciertas páginas cuyo nombre no mencionaremos, pero por su cuenta y riesgo, aquí no lo han leído. Y mientras la turba huía(mos) a la terraza más cercana un par de valientes (literalmente dos) resistió, vió...y salió vivo ( y al parecer medianamente cuerdo, aunque no sabemos si echaron alguna cabezada). Esta (pseudo)crítica es un homenaje a esos héroes, la materia con la que se hacen algunos festivales de cine.

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