Legos del Monigotorium

viernes, 11 de noviembre de 2016

HORA DE RECORTES

En una industria, la del entretenimiento, en la que la base, dejando el dinero a un lado es la imaginación es curioso como los vacíos creativos han dado mucho de sí, regalándonos historias de mentes inquietas en busca de musa o inspiración directamente para crear su obra maestra o simplemente algo que les saque de pobles (ahi están cintas tan dispares como Shakespeare enamorado u ), tras lo que solo puede llegar una cosa: el éxito (o al menos una historia que lo valga) pero entre la creación y el producto ¿qué pasa?. Esta parece ser una parte del proceso desterrada al olvido,  pero todavía hay gente que piensa lo contrario, y aquí entran en juego cintas como El editor de libros.
 Max Perkins es un entregado editor de prestigio que trabaja con autores de prestigio como Scott Fitzferald o Hemingway. Un día llega a sus manos un manuscrito ya rechazado en varias editorials peo que logra subyugarle. Su autor, un joven escéntrico y apasioado llamado Thomas Wolfe, se muestra completacmente dispuesto a colaborar en la edición de un original que resulta demasiado largo para ser comercial, pero que tras la criba resulta ser todo un éxito de público y cítica. Pero la segunda obra de Wolfe resultará un desafío más grande si cabe con una extensión de casi 5000 páginas y durante el larguísimo proceso de edición haciendo que Max y Thomas establezcan una compleja relación más allá de lo meramente profesional.
Basada en el libro de Scott Berg inspiirada en la relación real entre el editor Max Perkins y el escritor Thomas Wolfe (no confundir con el más posterios Tom Wolfe) la película pasa de puntillas sobre su propio trasfondo histórico, el de la Gran Depresión, para contarnos la historia del éxito de un literato novel y un editor capaz de adaptar sus gustos a la dimensión más comercial.
Si bien el punto de partida resulta, al menos en un primer momento más que chocante (el meollo de la historia es, hablando en plata, de un libro más largo que las páginas amarillas, el Quijote y la Biblia juntos en un formato digerible para el gran público) esto no supone más que una mera excusa, entre hermosas recitaciones de párrafos por parte de sus protagonista, para contarnos la relación entre dos personajes de origen y estilo de vida sustancialmente diferentes, ambos con un alma romántica pero con un sentido pragmático notablemente distintos, pero que logran debatirse entre un cariño casi familiar y las fricciones fruto de la brutal manipulación del que puede ser uno de los libros del momento.
Con un reparto lleno de nombres conocidos que constituyen tanto la base principal como el mayr atractivo de la cinta El editor de libros es una película que en ocasiones se nos puede antojar casi ligeramente anecdótica, en otras con un aire inacabado, pero que plantea una idea interesante a la que tal vez no logra aportar toda la profundidad merecida (el peso del papel de creador y editor en el producto final), pareciendo que no quiere decidirse entre centrarse en esta o en el de unas relaciones humanas que a veces pueden resultar chocantes (los celos del personaje de Kidman), lo que da lugar a una cinta que, si bien nos regala buenos momentos (la escena de los recortes al capítulo del enamoramiento del protagonista) nos deja una sensación imperfecta, a pesar de sus muchos factores para presentarnos una buena historia (y elementos tan destacables como una impecable dirección artística) y el nunca perder por completo el interés de un espectador que se enfrenta cuanto menos a una película aípica.

Paricular visión de un brillante período literario El editor de libros llega a las pantallas españolas el 9 de diciembre

No hay comentarios:

Publicar un comentario