SIN MARGARITA NI NÁ

Últimamente no sé por qué a todo el mundo le ha dado por debatir sobre los límites del humor pero, sin tampoco explicarme mucho el por qué, a nadie le da por evaluar los del romanticismo. Sí, en el fondo todos lo somos un poco pero hay grados tales que podrían inducir un coma diabético a más de un incauto, paseando por el estrecho sendero definido entre el culebrón del tarde y el drama de calidad. Y las dudas no son baladí si nos centramos en una película como la que toca hoy, hoy hablamos de La decisión (En nombre del amor)

Travis es un soltero atractivo y con labia, pero aparte de sus interitentes devaneos con Mónica jamás se ha comprometido realmente en ninguna relación. Gabby es una joven estudiante de medicina que acaba de mudarse justo al lado de su casa para iniciar las prácticas en el hospital local, en el que trabajan su novio y el padre de este. Cuando esta descubre que su perra va a tener cachorros enseguida sospecha de la mascota de Travis, y al ir a contárselo este no le cae precisamente simpático. Será el comienzo de n tira y afloja que desembocará en lo que parece ser el comienzo de una relación...y las cosas se pondrán todavía más íntimas cuando el novio de Gabby tenga que dejar la ciudad unos días para acudir a una importante inauguración.
Drama romántico basado en el libro de Nicholas Sparks y ambientado en el paisaje de auténtica postal de Carolina del Norte La decisión nos cuenta la historia de una pareja completamente opuesta que pasa de la nimadversión al romance ás apasionado.
Presentando dos personajes tan opuestos como solo puede ser en una película de este tipo (él rubio, ella morena, él veterinario, ella médico, él ruidoso, ella amante del silencio, él con perro, ella con perra...y así podríamos seguir un buen rato) y que por supuesto, como todos los que hayamos visto media película de este tipo (aunque ojo, parejas que primero se odian y luego se aman las tenemos en literatura y por supuesto en teatro desde tiempos de Maricastaña) acabarán enamorados con un amor más grande que el universo conocido la película nos presenta una trama dulce, con conflictos amables (es más, los más fuertes o bien se esquivan, como una discusión que solo conoceremos a través de una carta que recibe uno de los protagonistas), o se resuelven de manera sencilla y rápida (la huída de Gabby) o de una manera que casi podríamos clasificar de cuento de hadas, pasando por las partes más duras en ocasiones casi de puntillas .
La decisión es una película que tiene muy clara su vocación de fantasía romántica, asunto al que no son ajenos ni la selección de escenarios (más que dignos de aparecer en un anuncio de viajes), sin renunciar ni a los tópicos del género (chico con coraza por fuera pero romántico hasta la médula en el fondo, chica inteligente y sensible...por no hablar de otros como el drama de la madre ausente a causa de una enfermedad terible), ni a las concesiones a la galeía más enternecedoras (los cachorritos, e incluso los dos perros adultos que en más de un momento posan de un modo digno de un calendario), ni a las metáforas poco sutiles (aquí no se dice se aproximan negros nubarrones...es que los vemos de verdad)  ni por supuesto a esos diálogos ricos en réplicas más o menos ingeniosas destinados a granjearse las simpatías por parte del público de los protagonistas.
Cinta dulce, a pesar de un más duro arco final que conecta con el comienzo mismo de la peícula y justifica plenamente su título (que aquí no descelaremos y que nos deja una sensación de déjà vu a cubo). La decisión es una película correcta, sin nada que desentone en su carácter de sueño almibarado en torno a las relaciones románticas pero sin ningún aliciente adicional para aquellos que no sean amantes de este género, haciendo su bandera de sus tópicos emotivos más queridos.

Un festín para los amantes sin concesiones del cine romántico más eduocorado La decisión (En nombre del amor) llega e 20 de mayo a las plataformas de descarga más importantes para su alquiler y compra, y el 24 de junio aparecerá en formato físico.