Aunque eso de la migración campo-ciudad muchas veces nos suena más a clase de sociales que a otra cosa el asunto de dejar la gran urbe por la tranquilidad del campo es de esos temas que da para mucho cinematográficamente hablando, aunque la mayoría de las veces de más para comedia, romántica o no, que otra cosa. Sin embargo el drama también es uno de sus campos de recreo y de ello da buena muestra Pozoamargo.
Tras descubrur que padece una enfermedad venérea Jesús está resuelto a que nadie lo sepa. Por ello decide abandonar su casa y marchar al campo, donde pronto encontrará trabajo como vendimiador y empezará una curiosa relación con dos mujeres. Confuso y dolorido Jesús se siente perdido pero una extraña serie de acontecimientos supondrán un importante cambio.
Bizarro drama sobre un hombre aquejado por una terrible enfermedad que se niega a tratar Pozoamargo es una sórdida y particular historia de redención, más espiritual que física.
Recreaándose en los ambientes más sencillos, que explora a través de planos generales, y con un especial cuidado de la luz, recreándose especialmente en el uso de las sombras (la del asno o la del propio protagonista en la escena final, que se antojan incluso perturbadores extras) la película es un malsano viaje junto a un alma rota, valiéndose de imágenes incómodas y escenas que pueden provocar la animadversión del espectador (las numerosas escenas de sexo o la final dedicada a la matanza)
Pero si bien este enfoque puede resultar interesante, como preludio a una segunda parte del metraje en la que el protagonista se embarcará en un onírico e irreal viaje que hará profunda mella en él la película en su conjunto adopta un dimensión de realismo mágico descafeinado (los diálogos en torno a los niños muertos), que en ocasiones opta por una vertiente tan metafórica que hace que el espectador pueda sentirse tan desorientado como falto de interés, sin que ayuden a aliviarlo ni su pausado sentido del ritmo ni unos personajes que, a pesar de la naturalidad de las interpretaciones, logren crear un vínculo profundo con un espectador que desconoce mucho de un pasado que tal vez hubiese contribuido a cimentar los lazos empáticos.
Pozoamargo es una película que pretende ser profunda pero se queda en la puerta, a pesar de su muy interesante apartado visual y un buen reparto que se desnuda tanto psicológica como físicamente ante la cámara, y nos deja la tournée tan bizarra y confusa como parece ser la psique de su antiheroico protagonista, a pesar de su desarrollo lineal y sus elementos bien diferenciados, pero sin lograr alcanzar las altas cotas que, en algunos momentos, parece rozar ambiciosamente.
Pozoamargo, un drama sobre la culpa, tuvo su estreno mundial en XII Festival de cine europeo de Sevilla y ya tiene distribuidora para su próximo estreno en salas comerciales
No hay comentarios:
Publicar un comentario