Demonios y detectives no son tan extraños compañeros de cama...desde sus albores el cine nos ha presentado a tipos duros que se enfrentan continuamente al diablo del alcohol, al diablo de la ira y a toda una lista más o menos grande de males propios, pero ¿que pasa cuando la metáfora se va al cuerno y el maléfico ser es un ente real?. Pues que salen cosicas como Líbranos del mal, cuyo título resulta ser profético...quien lo iba a decir.
Tras uno de esos preámbulos que nos vuelven a llevar al Oriente medio más maléfico (Padre Merrin no te olvidamos) y partiendo de uno de esos binomios de personajes que tan queridos le son al cine negro (detective duro y atormentado pero de buen corazón y secundario gracioso que...bueno, ya saben lo que les suele pasar a este tipo de personajes...pasando después a detective atormentado y cura atormentado, etc, etc.) la película plantea la investigación de una serie de hechos inquietantes que terminan revelándose como uno solo, en los que la presencia del Maligno, así con mayúsculas, es omnipresente. Con una estética que no anda muy lejos del clásico Seven y toda su estirpe de hijos bastardos (ahí tienen Resurrección, esa en la que salía Christopher Lambert y que también tiraba por el hilo religioso) y un regustillo a toda nuestra amada legión de títulos satánicos la película goza de un lado más clásico del que puede intuirse, regodeándose en tópicos como los pasados oscuros de los personajes (el cura con menos pinta de cura que se ha visto en bastante tiempo, con un pasado de traca y vicios varios...solo le falta esnifar pegamento a lo Aterriza como puedas), las complicadas relaciones familiares, los sustos de manual (esa gente a la que le da por caer desde arriba) o las investigaciones en sitios muy, muy oscuros (tanto que hasta se va la luz). Pero también es una cinta que sabe sacarle buen partido a elementos como el sonido (muy, muy perturbador...y en cuanto a la banda sonora parece que el diablo tiene buen gusto para la música, con sus continuas referencias a la discografía de The doors...aunque francamente yo siempre creí que era más de los Rolling) y que tiene algún susto bien conseguido, así como elementos muy inquietantes y alguno francamente original (esos pintores). Aun así nuestro film no es una película que se derrame en las aguas de la originalidad, con las cartas sobre la mesa sabemos perfectamente los derroteros que adoptará ( y no se sale de la línea ni un ápice) e incluso no sabe mantener su propio tono (ese policiá que observa atónito el exorcismo final a través de la ventana de la sala de interrogatorios, esa niña que solo tiene juguetes que dan mal rollo)...una pena para una cinta que no carece de buenos elementos y goza de una lista de bien encauzados intérpretes, entre los que destaca un Eric Bana por el que, francamente, sentimos debilidad en Monigotorium.
Como decíamos, para fans del señor Bana (si se aburren mirando la película siempre pueden mirarle a él, que sale durante la práctica totalidad del metraje) y de las bizarrerías con cura...si no se le pide mucha originalidad este híbrido entre Seven y El Exorcista sin duda es muy entretenida. Vedada para los fans de los gatos...por su cuenta y riesgo.
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