Lo más probable es que una mujer alta, espigada, de tez blanca y cabello tan rubio, incluídas cejas y pestañas, que parezcan blanco se nos antoje la protagonista de un cuento de hadas. Nada más lejos de la realidad en el caso de Una gran mujer (Beanpole), la historia de dos supervivientes de la II Guerra Mundial que se enfrentan a unos nuevos tiempos.
Ambientada en el Leningrado de 1945 Una gran mujer (Beanpole) está muy lejos de tratarse de un drama de corte político. Historia de dos mujeres, amigas desde su intervención en el frente, que ven como las cicatrices de una guerra terrible todavía pueden hacer mella en su presente, especialmente en una vertiente tan delicada como es la maternidad.
Trabajadoras en un hospital con importante presencia de antiguos soldados las protagonistas se enfrentan al fantasma del hambre (que provoca que un niño pequeño no sepa ya ni lo que es un perro porque "se los han comido a todos"), de la enfermedad (que puede llevarles a tomar medidad tan desesperadas como las de algún héroe de guerra) y del dolor. Dos mujeres fuertes que se encuentran en tiempos extraños pero que todavía se tienen a sí mismas en un drama potente de gran calado humano.
Un drama que choca con una cuidada puesta en escena y un estilo que recurre a una paleta de colores que puede hacernos pensar en películas tan diametralmente opuestas como Amelie, con su brillante colorido, y una importancia de los primeros planos frente a la profundidad de campo que nos recuerda al del director húngaro László Nemes (El hijo de Saúl), y que parece chocar con una película de sentimientos crudos, desencarnados, en la que la parte más violenta muchas veces se nos escapa del plano pero no por ello resulta menos terrible.
Una gran mujer (Beanpole) es ante todo una historia de personajes que ante circustancias inesperadas, auque no sean únicamente por cuestión pura y dura de supervivencia, toman medidas inesperadas. Una historia original que, aunque parece perder ritmo en numerosos momentos de su relato (aunque este ritmo pausado en más de una ocasión justifique su importancia a medida avance la trama) consigue sorprendernos con sus giros argumentales y unos diálogos de dureza bien entendida (la brutal conversación entre aspirantes a suegra y nuera en un ambiente que choca notablemente con los escenarios en los que se ha desarrollado el resto de la cinta). Una película incruenta pero hiriente con una trama que demuestra una vez más que la guerra no termina en el campo de batalla.
Una gran mujer (Beanpole) llega a las pantallas españolas el 20 de diciembre.
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