Legos del Monigotorium

martes, 10 de septiembre de 2019

CENTAUROS DE LA SIERRA

Hay un chiste, antiguo ya, que dice que los vascos nacen donde les da la gana. De un género tan clásico como el western se puede decir los mismo, y no solo me refiero a vertientes tan interesenates como el spaghetti western sino a propuestas tan curiosas como El viaje de Arlo o Sukiyaki western Django, que han sabido transportar su espíritu a mundos tan lejanos como la prehistoria o el lejano oriente. Llega ahora el turno la España de la posguerra y su nombre Sordo.
Basada en el cómic de David Muñoz y Rayco Pulido Sordo nos presenta la historia de uno de los supervivientes de la operación Reconquista, una misión en las postrimerías de la II Guerra Mundial destinada a acabar con el fascismo en España a través de un pequeño ejército de revolucionarios que había entrado en la península a través de los Pirineos. Sordo tras una gran explosión en una fallida escaramuza nuestro héroe, Anselmo, se ve obligado a huir y esconderse de las tropas franquistas en el bosque cercano, mientras estos intentan arrancarle una confesión a uno de sus compañeros tomado prisionero. Un punto de partida que daría para más de un drama pero que aquí, tal y como reconocen sus propios personajes, se convierte en "una peli de indios", en la caza sin cuartel, escopeta en ristre, de un enemigo que sabe encontrar en la naturaleza y sus propios recursos, a pesar de la discapacidad qeu sufre, sus mejores aliados, equilibrando una lucha en inicio desigual.
Pero las semejanzas con el western no se reduce a un mero diálogo, ni al uso de armas y monturas sino que formalmente, desde la fotografía a la banda sonora la película sabe adoptar maneras de manual, con escenas tan apabullantes como la persecución a caballo o pequeños guiños como el atuendo que adoptará el protagonista en la huida o la actitud de los lugareños ante la llegada de los soldados, puro prólogo de duelo.
Sordo es una película con una primera parte brillante. Sabe presentar una trama que engancha, luchas y tiroteos bien coreografiados e incluso sorprendernos con algún giro de guión como el desenlace del almuerzo en la cabaña, así como sacar el mejor partido posible de unos entornos naturales que no nos hacen echar de menos el valle de la muerte o de un sonido brutal que sabe jugar con el contraste entre el sonido de la naturaleza o las armas de fuego y la sordera repentina de Anselmo. Pero una vez presentadas las cartas con elegancia la mano muta con la introducción de personajes que hacen flaco favor a la trama como esa mercenaria rusa cuyo papel no acaba de encajar (amén de dejarnos con más de una duda...¿nadie toma represalias tras el tiroteo en la cantina?) o ese lobo destinado a ser mera metáfora gratuita, perdiendo parte de la fuerza con la que arrancaba la trama.
No se puede negar que a pesar de la época y el país en que se desarrolla Sordo es un western con todas las de la ley, tanto a nivel argumental como formal, apartado en el que sabe brillar en su tratamiento de imagen y sonido. Pero tampoco que a la cinta parece sobrarle parte de su metraje, con una serie de opciones gratuitas que nos sacan del excelente clima en el que nos sumerge la primera parte del relato. Sordo queda así como una cinta irregular, pero con momentos magníficos, y que demuestran que el western es un espíritu capaz de envolvernos con su aroma a pólvora y el silbido de las balas, aunque no podarmos oirlo.

Sordo llega a las pantallas el 13 de septiembre.

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