Estrenada en su país de origen en dos entregas que suman casi una hora a la versión que podemos disfrutar en España Silvio (y los otros) es una película en la que no faltan ninguno de los elementos a los que nos ha acostumbrado su director y guionista (junto a Umberto Contarello) en películas como La gran belleza, La juventud o la serie The young Pope, con un estilo vertiginoso, alocado, unos personajes que parecen estar al límite de sus propias vivencias y unos elementos surrealistas (como esos animales que no parecen propios del elemento en que se encuentran como las aves de La gran belleza, el canguro de The young Pope o las cabra y oveja de esta cinta) que, aunque en algunos momentos parecen dotar de cierta inconexión al resultado, otorgan al producto final un aura terriblemente personal.
Sorrentino es de esos autores que o bien entusiasman o bien vuelven loco al espectador. La película que nos ocupa no es ajena a este espíritu. Una dimensión barroca que parece sacarnos continuamente de la realidad para volvernos a sumergir en ella, con metáforas que pueden parecer poco sutiles (la mencionada del camión de la basura por ejemplo...spoilers los justos) y un estilo elegante que sabe hacer buen uso del montaje y la música (incluso de la más pachanguera...no se asusten si entre los temas seleccionados se encuentran con el Aserejé) para contarnos una historia de excesos y egos que en ocasiones se nos podría antojar más propia del imperio romano que de la Italia actual.
Y entre estos paños, acompañado de un elenco de secundarios que saben manejarse hasta en las escenas más irreales, un Toni Servillo que consigue estar sencillamente brillante, regalándonos una asombrosa versión de un personaje que se va configurando como un vendedor de aire con un ego desproporcionado cuyo grado de empatía resulta difícil de calibrar.
Una película que sembrará la controversia, pudiendo no resultar del gusto de todos los paladares, pero que resulta terriblemente hipnótica, arrastrando al espectador entre el encantamiento y la repulsión , haciéndole reir y sorprenderse con la fábula de un hombre que no parece solo tenerlo todo...sino, como afirma más de un personaje, quererlo todo también.
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