La culpa. Ese sentimiento que en cualquier momento de su existencia puede atormentar al ser humano. A Paul Schrader no se le escapa que este puede ser más intenso en las personas religiosas, y ya lo demostró en su versión de El exorcista. El comienzo (en la que comercialmente se llamó la edición prohibida, y que mejora sustancialmente respecto a la proyectada en cines, pero que sí llegó vía formato doméstico). Ahora en El reverendo (un nuevo caso de traducción creativa, respecto al original First reformed, una alusión a la parroquia en la que se desarrolla casi la totalidad de la trama) Schrader dirige y guioniza una cinta en torno a un sacerdote cuyo pasado y presente pueden hacerle enfocar un futuro más que drástico.
Ethan Hawke, uno de esos actores que han sabido madurar con elegancia, encarna aquí a un párroco atormentado por los demonios de su pasado que se va a enfrentar a una gran revelación al conocer al marido de una feligresa que le pone en situación respecto a los peligros del cambio climático y otras catástrofes medioambientales que acechan al planeta. En un momento de crisis, fruto de los que parecen ser los síntomas de una grave enfermedad y de un "experimento" consistente en redactar durante un año un diario que destruirá al final mismo (dando así a la trama el punto de vista de un narrador, y quiero decir narrador con todo el peso que ello conlleva, sujetivo), la película llevará a nuestro antihéroe a una completa evaluación de su existencia y de los intereses de su iglesia.
Nos encontramos ante un film emocional, trágico: una película de personajes que consigue atrapar con una original propuesta que demuestra que no solo del la duda del dogma vive el cine religioso, sino que puede venir de su lado más humano.
Rodada con mimo la cinta sabe sacar el mejor partido de sus escenarios, con una elegante fotografía rica en blancos y negros que casi desencadenan en monocromía y unos hermosos encuadres que saben crear una atmósfera falsamente tranquila que poco a poco se va tormando axfisiante, conduciendo a sus personajes a un desenlace quizás menos catárquico de lo que podríamos adivinar, pero tan sorprendente como, si se me permite el latinajo, interruptus (y no desvelaré más, pero a más de uno se le qudará una carita de ¿Ya está?).
El reverendo resulta una apuesta de tono clásico (ahí están esos créditos, y algún momento que hasta nos puede evocar ligeramente a Dreyer) pero también arriesgada. Con una pincelada polémica y un buen trabajo de actores es una cinta que engancha aunque pierda algo de fuelle en sus últimos dos minutos (en un momento en el que el listón está francamente alto), y que consigue recordarnos que el mejor Schrader sigue al pie del cañón.
El reverendo llega a las pantallas españolas el 28 de septiembre
No hay comentarios:
Publicar un comentario