Aunque por volumen de películas gracias a gigante Hollywod parezca lo contrario el horror de la guerra no es patrionio exclusivo de la Segunda Guerra Mundial o la Guerra de Vietnam. Frente a ellas la Primera Guerra Mundial, la guerra de las trincheras parece el patito feo cinematográficamente hablando. Pero por supuesto hay excepciones como la francesa Alto el fuego.
Del mismo modo que la muy recomendable Franz hace no mucho Alto el fuego nos sumerge en el clima de las brutales heridas psicológicas fruto de una guerra que se ganó a pulso el apelativo de mundial. Aunque sus impecables primeros minutos, de una violencia gráfica que nos recuerda a la ya clásica Salvar al soldado Ryan (indescriptible el germen de ese tic u obsesión del protagonista de lavarse contiuamente el cuello...puede quedar en la retina del espectador mucho, mucho tiempo) nos sumergen de lleno en la contienda el resto del metraje nos va a llevar a terrenos muy distintos, en África y en Europa, para contarnos la historia de dos hermanos sin heridas físicas al menos visibles pero cuyas secuelas psicológicas van a lastrar profundamente su destino.
Dos hermanos que tras una contienda que ha cambiado para siempre quienes fueron hasta el momento van a huir de modos muy distintos. Uno hacia su propio interior. El otro geográficamente, en un viaje exótico pero que mostrará su encarnación más brutal merced a los recuerdos de una guerra que ya resulta imposible separar, a pesar de los años transcurridos, de su propio futuro.
Alto el fuego es una historia sobre distintos tipos de amor...romántico, fraternal, filial... en la que sus personajes lo únido que tienen en común es el tratarse de criaturas heridas, que ocultan más de un secreto (y no solo los que han pisado el campo de batalla, como descubriremos en el caso de la profesora de lenguaje de signos), que con sus reacciones consiguen tanto crear una profunda empatía con el espectador como sorprendernos. También es una película sobre el odio, el odio que puede traer la muerte solo por un juguete o incluso motivar una pelea por una burla de borracho. Pero estas son solo dos de las emociones que están en juego en una cinta en la que cualquier personaje en un segundo puede deshacerese ante nuestros ojos.
No es una película de alardes visuales. Sabe ser dura en los momentos juntos, también jugar con la elipsis cuando resulta necesario (el accidente), sin necesidad de enamorarse del paisaje aun cuado el entorno invitaría a ello (el episodio africano), y aun así consigue arrastrarnos con unos personajes bien escritos y bien interpretados, mostrando la cara más oscura de una guerra terrible ya a más de cinco años vista. Un viaje sobre unas heridas que pueden no marcar la piel, pero pueden torturar profundamente el alma, y ni siquiera las personalidades más fuertes pueden escapar de ello.
Alto el fuego llega a las pantallas españolas el 10 de agosto.
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