Legos del Monigotorium

viernes, 17 de junio de 2016

EL RETORNO DEL ORCO

Millones han caído en sus fauces y yo misma he perdido a muchos amigos entre sus garras pero es innegable el poder de fascinación que ejerce un universo como el de World of Warcraft, que ha logrado que numerosos aficionados se encierren durante incontables horas frente al ordenador para lograr los épicos objetivos de turno. Aficionada a los videojuegos como soy, pero más cercana a franquicias como Assassin's Creed. Uncharted, Metal Gear o similar sin embargo el mundo de WOW siempre me ha resultado bastante ajeno a no ser por referencias de terceros, pero un  título tan grande (por tener tiene hasta osos panda, y no es coña) pedía a gritos su referente cinematográfico y más en unos tiempos en los que hasta los Angry birds tienen su respectivo título. Lejos quedaron los tiempos de películas como la de SuperMario...es la hora de Warcraft: El origen.
El mundo de los orcos está muriendo, pero gracias a la poderosa magia de uno de sus jefes, capaz de generar con unos hechizos que se alimentan de la vida de otros seres un portal que los lleve a otras dimensiones, consiguen llegar a unos pacíficos reinos que parecen ser firmes candidatos a convertirse en su nuevo hogar. Sus violentos y misteriosos ataques harán que los hombres, enanos y elfos que los pueblan busquen un modo de acabar con ellos y con su mortal magia, averiguando gracias a una prisionera, mestiza de orco y humano, que el poderoso ejército planea enviar todavía más tropas a través del portal en cuanto tengan suficientes cautivos como para abrirlo. Será el comienzo de una cruzada contra reloj en la que contarán con la inestimable ayuda de un jefe orco que no cree que estos planes de conquista sean lo que su pueblo necesita.
Dirigida por Duncan Jones, un autor que ya nos había dado muestra de su buena mano con el fantástico gracias a cintas como la muy recomendable Moon, Warcraft: El origen es el confeso intento de inicio de una épica saga rica en elementos que nos resultan de sobra conocidos.
Con un comienzo sencillo pero efectivo en el que asistimos a la presentación de los que serán algunos de los personajes de la película y al nacimiento del que puede ser protagonista principal de alguna de las secuelas que probablemente la seguirán (un bebé orco que francamente es para comérselo...si no te como él antes a tí) la película sin embargo empieza a perder ritmo desde su tramo inicial. Sí, hay gigantescas batallas, apabullantes escenas de multitudes con gran variedad de exóticos seres (a falta de águila gigante tenermos algún grifo y todo) y, francamente, hay algo más que hipnótico en ver a esos brutos no mecánicos que son los orcos repartiendo estopa a troche y moche (aunque por supuesto no esperen alguna escenita del tipo de las que realiza La Montaña de Juego de tronos...esto es cine comercial, aunque en numerosas ocasiones la irreal sangre verde salpique hasta la pantalla), pero la cinta se queda en un despegue que nunca llega a tener lugar, quedándose precisamente en eso que nos anuncia ya en el título: el origen  (quizás lo tenga tras los títulos de crédito, en forma de espectacular continuación, y no creo que nadie que la haya visto no piense que han dejado excesivos temas en el tintero para ir tirando).
Sí, Warcraft es un cine con medios, con elementos más que prometedores (esa magia que se alimenta de vidas humanas y animales y hasta del universo mismo) y matices que pueden dar mucho de sí (la brutal cultura orca, aficionada a razzias y enfrentamientos con la palma abierta), pero que peca, irónicamente en un campo tan rico como la fantasía, de una total falta de originalidad, con elementos heredados, o casi robados de otros géneros (esa intérprete mestiza cuyo concepto es de puro cine de indios), y otros metidos con calzador que apestan a revelación de chichinabo es su tramo final (vienes a vistarme y oh, casualidad, estoy costruyendo un golem....¿!?).
Warcraft tenía muchos números para ser una de las grandes cintas de este verano, pero ni consigue ahondar en sus personajes ni se revela como una propuesta innovadora, con un excesivo reflujo a la saga El señor de los anillos e incluso, para su desgracia, de la muy olvidable adaptación de Dragones y mazmorras, y se convierte en pretenciosa y ambiciosa deudora de futuras incursiones, tal vez más afortunadas, en la saga, un referente del que tengo que confesar mi casi total desconocimiento pero que, tal vez, sea el granito de sal necesario que haga que aquellos que son fans del videojuego original disfrute totalmente de la película, al reconocer quiños y homenajes que un ajeno a WOW de entrada desconoce.
Épica incurson en un muy querido universo de ficción que parece quedarse más en la pantalla del título qeu otra cosa...de su valor dentro de la por el momento hipotética trilogía el tiempo lo dirá.

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