La muerte es una compañera siempre solícita del cine de terror, pero cuando probamos con otros géneros (léase drama) la cosa difiere bastante, sumergéndonos en lutos sorpresa o largamente anundiados que pueden llevar de la tristeza suina (que sería de los estadounidenses sin esas gigantescas tarrinas de helado que zamparse sin plato ni nada cuando les flojea el lagrimal) a la venganza morrocotuda... pero el luto no siempre es igual, y para demostrarlo aquí llega Demolición.
Davis acaba de perder a su esposa, Julia, en un accidente de coche del que él escapa ileso. Todavía en shock decide comprar unas chocolatinas en una máquina del hospital, pero estas quedan atrapdas en la máquina y el recepcionista le dice que no puede hacer nada, ya que las especndedoras son propiedad de una compañía particular. Desorientado, sin saber manifestar una tristeza que todavía no sabe si siente decide escribir para solicitar el reembolso del dinero gastado, pero esto le lleva a contarle además a su receptor las circustancias de la pérdida de su esposa y su estado emocional, y solo será la primera de varias cartas...hasta que una noche reciba una llamada de una mujer, Karen Moreno, que dice llamar del servicio de atención al cliente de los proietarios de las máquinas y le pregunta si tiene alguien con quien hablar. Será el comienzo de una compleja relación durante la que Davis empieza a descubrir muchas cosas sobre sí mismo.
Bizarra crónica de luto de un hombre con una vida hecha y ordenada que se enfrenta a la inesperada muerte de su esposa la película es una original reflexión sobre las emociones humanas y las distintas reacciones ante la pérdida, de la emotiva y organizada de los padres de la difunta a la más anómala del joven viudo.
Poblada por personajes rotos por diversas circustancias que han encontrado modos muy distintos de emcauzar su existencia (aunque su encuentro acabará cambiándolos a todos un poco, aunque seaen cosas tan pequeñas como el uso de los tacos o el cajón de los calcetines) la cinta nos presenta una particular dicotomía entre el orden y destrucción, haciendo que de un ambiente tan aséptico como pueden ser el trabajo (corredor de bolsa en una importante compañía) y vivienda (una elegante casa en la que predominan los objetos de diseño y los tonos del gris al blanco) de los que parte el protagonista surja una corriente malsana, casi báquica, que irónicamente logra que este consiga reconciliarse con la existencia misma así como forjar nuevas relaciones que le harán salir de su apatía y conocer una parte de él ignorada durante años
Demolición es la historia de un hombre que tras un fuerte golpe rompe con su pasado, sumergiéndose en un dulce caos que logra encender los ánimos de aquellos que le rodean (la reacción de los padres de Julia) y que ya casi ni le reconocen, en un proceso que oscila entre la apatía y la cula, en el que todo parece rodar cuesta abajo y sin frenos pero que sin embargo goza de una fuerte carga vitalista, haciendo de esta película una deliciosa fábula rica en humor negro, con algunos diálogos hilarantes (el relativo a las razones para pagar en trabajar en la obra) y unos personajes que, con sus rarezas, rápidamente se ganan las simpatías del espectador.
Con su mejor baza en sus actores con un Jake Gyllenhaall a la cabeza que sabe dar lo mejor de sí entre la contención más absoluta y un histrionismo desmadrado a lo largo del metraje (es más en una película con una premisa como esta solo llora una vez), junto a unos siempre estupendos aunque más contenidos Naomi Watts y Chris Cooper, la película parte de un motivo que ns resulta familiar y concluye de un modo quizás más convencional de lo que habríamos previsto, pero nos deja una atípica historia de personajes que sabe regalarnos tanto sonrisas comprensivas como alguna buena carcajada y sacar el lado más luminoso de lo que de otro modo sería mera oscuridad.
Curiosa historia de pérdida y caos, pero rica en ganas de vivir Demolición se estrena el 1 de julio en salas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario