Legos del Monigotorium

martes, 19 de mayo de 2015

BALANDO

Hace mucho tiempo, no en una galaxia muy lejana pero casi, casi, antes de Toy story, antes de los öscars de animación, antes de que se pasasen más rato contándonos como habían hecho los pelos uno a uno de la protagonista que el origen de la historia que contaban, existía una cosa llamada dibujos animados que se hacía a mano, con lápiz, pincel y mucha habilidad. Y a su lado se alzaba la otra vertiente, la stop motion, un arte que realmente animaba lo inanimado. Si bien la animación con ordenador nos ha invadido de buena manera (ya están diciendo que tras los últimos patinazos la nueva de Pixar, Inside out, es una maravilla) para los dibujos animados tradicionales y la stop motion siempre ha habido un pequeño hueco, es más, hace menos de un mes nos llegó el último producto patrio, la divertidísima Pos eso (http://monigotorium.blogspot.com.es/2015/05/mardito-tablao.html) y todavía podemos disfrutar en nuestras pantallas de la cinta de la que hablamos hoy: La oveja Shaun. La película.
La oveja Shaun y sus compañeras llevan toda la vida con su adorado granjero. Le adoran, pero la rutina diaria y el pasarse día sí, día también haciendo la oveja ya comienza a hartarlas. Por eso un día deciden llevar a cabo un plan: dormir al granjero mientras las cuenta, librarse del perro y tomar la casa para pasar el día comiendo comida de humano y viendo la tele. Sin embargo no todo sale como ellas esperan y su amo acabará perdido en la gran ciudad y amnésico perdido. Sólo Shaun y su rebaño, perseguidos por el obstinado agente de control de plagas,  pueden encontrarle, devolverle la memoria y traerlo de nuevo a casa.
Basada en la serie de animación homónima, que todavía puede verse en algún canal en abierto, la película de la oveja Shaun es el último caramelo que nos ha llegado de la factoría Aardman. Película básicamente muda (las palabras se rumian más que se articulan) pero que con signos y carteles saben decirlo todo (genial la prueba para dictaminar la amnesia del pastor con dibujos de distintas profesiones), con ese detallismo brutal al que nos tienen acostumbrados sus creadores (para mujestra basta el resturante) y un gran sentido del humor, con marcas de la casa como el papel de las máquinas (y sus partes, casi al estilo Profesor Franz de Copenhage) es una de esas obras concebidas en un inicio para niños pero que tambén hace disfrutar a los más grandes de la casa.
Se trata de una historia sencilla con protagonismo de los anumales, villano humano y algún momento cantado, algo que rapidamente identificamos con el cine infantil, pero la película de la oveja Shaun se revela pronto como una cinta entrañable (esos primeros minutos mostrando el pasado de la granja...vale, no es Up, pero si tan tierno y blandito como el unicornio de Gru mi villano favorito) pero también como rabiosamente divertida, no con ese continuo humor referencial del que alardean otras obras (aunque se permite ese pequeño guiño a Lobezno, con ese señor X que cruza sus máquinas de afeitar, o ese guiño, más que homenaje, a Cadena perpetua en una escena que podemos disfrutar ya en los créditos y que es uno de los mejores gags de la película), sino con una serie de escenas, con su buena dosis de slapstick, que aún pareciendo de concepción sencilla, constituyen algunos de los momentos más deliciosos de la cinta, como la nueva dimensión de "contar ovejitas" o los momentos en que el rebaño pretende ser un grupo de inofensivos humanos (la traca el corderito simulando ser una mochila...por cierto objeto de merchandising existente en la vida real), así como momentos más ácidos como aquel en que se populariza del nuevo peinado de un famoso (un viral en toda regla) que no deja de ser...un esquilado propio de una oveja.
Y por supuesto algún momento de antología como cuando en pleno arco final y ocultas en un disfraz de caballo, siguen la escuela de los Monty Python usando unos cocos para imitar el sonido del galope.
La oveja Shaun la película es una película alegre, humorística aunque no mordaz, hecha con un mimo exquisito y que, a pesar de los tópicos (que los hay, pero siempre con el buen hacer de Aardman), nos deja el buen sabor de los clásicos de la animación, gustando tanto a los niños como a los mayores que se dejen arrastrar por ellos.
Auténtica diversión para todos los públicos y al día de hoy eso es decir mucho.

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