Este mismo lunes comentábamos una película española que acababa de llegar a nuestra cartelera, Felices 140, otra nueva revisión de como el vil metal puede afectar (y mucho) a nuestras más o menos miserables vidas. La casualidad (o las distribuidoras) ha querido que también este mismo viernes haya llegado a nuestras pantallas otra cinta en la que el peculio no es baladí, sólo que nos llega de otra parte de Europa, de Italia, donde ha a arrasado ganando nada menos que siete premios David de Donatello. Hoy hablamos de una película que lleva el dinero hasta en el título, hoy hablamos de El capital humano.
Una noche cerrada previa a la Navidad un ciclista es empujado fuera de la carretera por un todoterreno resultando gravemente herido. La acción retrocede seis meses, al verano, para contarnos las historias de tres personajes dispares pero con distintos lazos. Dino intenta aumentar su capital y mejorar su estatus social invirtiendo en la empresa del padre de un compañero de clase de su hija. Carla, esposa del broker en cuyos negocios invierte Dino, intenta rehabilitar un antiguo teatro en decadencia. Y Serena, la hija de Dino, se enamora locamente de uno de los pacientes de su madrastra, un artista de nivel social bien distinto al que su padre aspira. Sus acciones marcarán el accidente y posterior desenlace de la víctima del accidente.
El capital humano es una cinta que emplea el curioso recurso de contarnos tres historias simultáneas, intercaladas en diversos puntos, en la que cada una va avazando el desenalce final, cuyo punto álgido (el accidente) conocemos al principio de la misma, y que no puede dejar de hacernos recordar el punto de partida de Muerte de un ciclista. Así tras la dramáca escena cuya resolución realmente desconocemos al menos por el momento (a pesar de sus gritos de dolor no sabamos si ha sido una herida superficial o yace agonizante) la película retrocede a otra más feliz e intrascendente, a un verano en el que la gente juega al tenis y se divierte, pero en el que surgirá el germen que marcará el resto de la película, la inversión de Dino, el descubrimiento del teatro de Carla y la ruptura de Serena y el hijo de esta, Massimiliano. La crisis marcará especialmente el desarrollo de las dos primeras historias, forzando a los personajes a tomar decisiones que de otro modo no hubiesen adoptado.
Se trata de una película de personajes cuyas motivaciones en muchas ocasiones sacan lo peor de sí mismos, con unas interpretaciones naturales y de gran dramatismo e incluso violencia, y que nos dan tres visiones de una misma historia.
Por una parte Dino, un hombre sencillo, con una vida feliz, con una hija mayor y esperando gemelos de su nueva esposa, pero cuya ambición (la promesa de que con una fuerte inversión inicial puede ganar un gran capital, para lo que llega a hipotecar su casa) va a cambiar su feliz existencia.
Carla es una mujer que lo tiene todo: marido que la quiere, hijo popular, gran mansión, coches, servicio y por supuesto dinero, pero con la espinita clavada de una carrera de actriz que no llegó a culminar intenta dar nuevas alas al sueño en forma de desvencijado teatro. Ello le hará tomar decisiones que podría dar al traste con toda su vida familiar, que parece resquebrajarse bajo distintas presiones, incluyendo la económica, y la convertirá en un auténtico juguete roto.
Serena, al contrario que los protagonistas de las dos anteriores historias, no se mueve por un anhelo maerial, en forma de dinero y prestigio, sino que, siendo la persona más cercana a las causas que provocan el accidente, se encuentra en la difícil debacle de enamorarse locamente de una persona muy alejada de los cánones de su entorno social, lo que le hará tomar arriesgadas decisiones.
Son personajes que se revelan todos como egoístas, si bien alguna de sus motivaciones pudiese tener algún punto altruista este es siempre parcial, perjudicando a alguiern para favorecer a otro, sin impotar si ello puede marcar, incluso físicamente, a un individuo. Nos queda una visión nada halagüeña del ser humano de toda clase y condición (del carismático hombre de negocios al parado que apenas cuenta con un subsidio, como el tío del novio de Serena) en una historia que en alguns momentos nos aleja del drama para transformarse en un sereno thriller cuya trama nos atrapa desde el primer momento y nos abre la puerta de toda una serie de sentimientos encontrados con una buena dosis de crítica. Un caramelo con una acidez que engancha.
Una historia que empieza con un misterio para pronto revelarse como una fábula sobre las miserias humanas que remueve la psique del espectador hasta un final entre lo feliz y lo amargo, y que deja una moraleja de esas que duelen.
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